Parte de nuestro papel como miembros de una familia es ser  “fan” de esos con los que vivimos.

Debemos ser el animador número uno de nuestro cónyuge e hijos.  A cambio nuestros hijos y cónyuge esperan que tengamos éxito en cada esfera de nuestra vida.

¡A-L-I-E-N-T-O
quizá sea la mejor palabra que uno puede aprender para dar ánimo!

A
es para apoyar con entusiasmo las cosas importantes de los miembros de su familia, arreglando su agenda para dedicarles tiempo.

L
es para decirles: La próxima vez lo lograrás.

I

es para ir a su lado, mostrar compasión, abrir las líneas de comunicación y caminar la segunda milla.

E
es por entendimiento al establecerse como equipo y recibir a los amigos de sus hijos.

N
es para no rendirse y modelar una actitud positiva.

T
es para tomar tiempo para los abrazos y los elogios.

O
es para orar por los hijos y fortalecerlos mediante la Palabra de Dios.

Debemos aprovechar cada oportunidad  para dar aliento.  El aliento es oxígeno para el alma.

Hebreos 3:13
Mientras dure ese “hoy” anímense unos a otros cada día.