“Él les dijo: –No me detengáis, ya que el Señor ha prosperado mi camino; despachadme para que regrese donde está mi señor”. Genésis 24:56

 

Aprender a ajustar los detalles de nuestros caminos con los del Señor es, en muchos aspectos, como aprender un nuevo idioma.

Al principio, puede sentirse como si no estuviéramos progresando mucho, cuando nos concentramos solamente en el vocabulario y en las frases sencillas. Además, ya que el nuevo idioma es tan opuesto a nuestro idioma natural, tenemos que recordar pensar “al revés” así como poner los adjetivos antes del sustantivo como se hace en inglés, en lugar de hacerlo después del sustantivo como en castellano (ejemplo: red sweater, no el suéter rojo).

Por supuesto, tales cosas tienen mucho más sentido una vez que aprendes el idioma. Así también es con los caminos del Señor; entre más aprendamos, más sentido va a tener cada uno de ellos.

Desafortunadamente, algunas de las cosas más importantes que tenemos que entender para nuestro caminar con el Señor han llegado a estar ligadas a palabras que suenan religiosas y que oscurecen la verdad que Dios quiere que captemos.

Las palabras no sólo tienen definiciones, tienen sentimientos asociados a ellas, connotaciones que en realidad superan sus significados en el diccionario.

Para nosotros es bastante problemático aceptar las verdades espirituales, porque, incluso en nuestros mejores días, vemos el ámbito espiritual nebulosamente, y somos como niños pequeños tratando de entender conceptos demasiado avanzados para nuestro vocabulario limitado . Por esta razón, ayuda mucho tener La Biblia que es nuestro mapa para nuestro diario caminar con Dios. Pero aun teniéndolo en la mano, no siempre veremos las cosas con la claridad que nos gustaría verlas.

Cuando esa dificultad es agravada por una religiosidad involuntaria, ya sea en nosotros mismos o en otros, que básicamente comunica el disgusto de Dios con nuestra raza y nuestra necesidad de compensarle por nuestras malas obras, puede ser muy difícil discernir lo que el Señor está tratando de decirnos acerca de Sus caminos para la vida.

Tristemente, a la larga, el mundo ha tenido la idea de que Dios habitualmente menosprecia a las personas y que desaprueba casi todo lo que a nosotros respecta.  Esto es porque la religión pierde el punto central de que Dios, por Su gracia y Su obra (solamente), ha hecho todo lo que se necesita para restaurar y asegurar completamente una relación entre Él y nosotros.

La religión intentará ponernos un yugo que nos ate a las riendas de “tienes que,” “debes,” “deberías” y “más te vale.” Como hemos visto, hay una interacción dinámica entre los papeles que juegan el perdón y la obediencia. Debido a que estamos perdonados (por todo y todo el tiempo), más queremos responder a lo que el Señor nos dice. Pero ser más (o menos) obedientes en nada cambia cuánto estamos perdonados. Por simple o reiterativo que parezca, esto sostiene la clave para entender muchas de las herramientas que Dios nos ofrece para nuestro diario caminar en este  mundo quebrantado.

Mientras que el Señor nos motivará a pensar de cierto modo, como darle preferencia a otros, o a responder de una forma particular, como poner la otra mejilla, con el fin de derramar más bendiciones;  la religión nos dirá que hagamos lo que Él dice “¡o de lo contrario….!” En lugar de gratitud y emoción, nos dejan con sentimientos de culpa, vergüenza y poca valía, y éstas se vuelven nuestra motivación para hacer lo que Dios quiere que hagamos. El balance entre la obediencia y el perdón se presenta en la Biblia repetidas veces.

Hoy si deseo que Dios prospere mi Camino necesito a aprender a obedecerle fielmente.

Señor, hoy es una buena oportunidad para que yo pueda ejercer obediencia en mi diario caminar y así ver como tú prosperas mi camino. Amén.

Dr. Daniel A  Brown.
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