“…porque tú eres pueblo santo para  tu Dios; El Señor te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra…” Deuteronomio 7:6.

Escogido: ¿Ha escogido a alguien para casarse?
¿Ha usted seleccionado a un compañero de vida?

El Señor lo ha hecho. El verbo hebreo bahar es el verbo que denota la acción de escoger o elegir, de seleccionar a través de un cuidadoso examen. Este verbo no es usado para describir el impulso comprador. Es una decisión para toda la vida. Dios e Israel no se casaron en Las Vegas.

¿Por qué es importante reconocer la duración de tal elección? Necesitamos ver que Dios no ha alterado su curso respecto de su compromiso de pacto con Israel. Más aún, el cuidado en hacer esta decisión implica (y la Biblia explícitamente lo establece) que su relación de pacto no se aplica a ningún otro pueblo. Solamente aquellos quienes comparten en la historia esta exclusiva relación están “casados” con YHWH [Jehová o Yaveth*]. Él no es esposo de ningún otro pueblo. Así, ciertas consecuencias inmediatas emergen de
la exclusividad de esta relación.

Primero, no puede ser reemplazada por ninguna otra. Israel puede haber sido castigada por su infidelidad, pero Dios no deja la relación por el comportamiento errante de Israel. Los profetas dejan plenamente claro que la fidelidad de Dios prevalece. No hay reemplazo de la novia.

Segundo, autores como Halbertal y Margalit apuntan a que la demanda del primer mandamiento no está basada es la condición de Dios de ser único. Está más bien basada en una obligación moral conectada a la exclusividad del matrimonio entre YHWH e Israel. “El elemento moral existe porque la sola obligación de alabar a Dios emerge del acto de que Dios en los Cielos eligió a Israel sobre la tierra como su esposa, y por lo tanto de acuerdo a las normas de la vida matrimonial, la idolatría estaba prohibida para Israel.”[1] “No tendrás otros dioses delante de mí”, es una declaración acerca de fidelidad, no acerca de soberanía. Esto es crucial porque rompe con la idea teológica de que nuestra fidelidad a Dios depende de que él sea nuestro único Dios. En vez de ello, sugiere que nuestra fidelidad a Dios depende de Su elección de casarse con nosotros. Por supuesto, Él no es esposo de todas las naciones o de alguna que se le ocurra reconocer que Él es Dios. Él es esposo sólo de Israel y de todos aquellos quienes toman sobre sí mismos las obligaciones del contrato matrimonial dados a Israel.

¿Entendió Usted eso?
¿Qué sucede con el contrato matrimonial cuando alguien, que no acepta los términos del acuerdo entre los escogidos de Dios y Dios, decide meterse en el lugar de la esposa?
¿Qué haría Usted en su matrimonio si alguien le dijera que su esposo o esposa lo ha reemplazado?

Dr. Skip Moen.
www.skipmoen.com