Llegó una carta al hogar del anciano profesor donde se había jubilado tras enseñar y graduar muchas generaciones de letrados.

La carta vino de James, un estudiante promedio que había luchado para aprobar las clases del profesor, pero finalmente lo logró.

Muchos años tras graduarse, James había asumido un importante rol de liderazgo en su compañía pero se sentía incómodo a veces.

James le escribió una breve pero desesperada pregunta a su profesor, a quien consideraba la persona más sabía que jamás hubiese conocido, aunque sabía que pudo haber hecho un mejor trabajo de tomar ventaja de las lecciones de su antiguo profesor.

“Maestro, no estoy seguro de si todavía continúa en mi antigua “alma matter” pero quisiera preguntarle si pudiera regresar para intentar reaprender las cosas que me perdí en la escuela para que pueda redimir su sabio consejo y enseñanza”.

Las arrugadas manos del anciano profesor sostuvieron la carta en el aire y se quitó las gafas para contemplar el cielo por un momento, suspirar y tomar el viejo bolígrafo rojo que siempre había usado para calificar las pruebas de James. El bolígrafo rojo nunca había sido usado para degradar las pruebas de James sino para proveer notas de comentarios y preguntas de reflexión a los márgenes.

La breve nota del anciano profesor decía:

Querido James,
Sería mi placer tenerte de vuelta para que yo pueda continuar aprendiendo de ti.

Luis Alejandro Sanchez Corrales, copyright 2012
Fuente: www.motivateus.com

Nuestra perspectiva de la vida es muchas veces influenciada por la opinión que los demás tengan de las cosas. Y es que tendemos a aceptar lo que los demás piensan, en especial si se trata de la mayoría, es cierto. Pero la verdad es que a veces las cosas pueden ser muy distintas.

Si bien es cierto que siempre vemos al estudiante como aprendiendo del maestro, quienes hemos desarrollado el rol del segundo sabemos que muchas veces es el maestro quien más aprende… aunque no sea evidente a primera vista. Eso dependerá, por supuesto, de que tengamos un espíritu enseñable y que estemos dispuestos a aprender de los demás.
Quienes así lo hagan, nunca dejarán de aprender y se convertirán en personas cada vez más sabias.
¿Seremos una de esas? Que Dios les bendiga.

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán