Piense por un momento en cómo construir una casa. Primero que todo debe encontrar un terreno apto para la construcción; buscaríamos suelos estables, que no sean arenosos ni arcillosos. Debe planificar hacer su casa con materiales lo suficientemente resistentes y duraderos tal como el concreto reforzado. Sin embargo lo más importante sería que hiciera su casa sobre placas o “fundaciones” de concreto las cuales  tienen la tarea más vital: sostener las columnas.

Una casa no se planifica a la ligera, probablemente tenga que invertir tiempo, dinero y otros recursos más para asegurarse de que a largo plazo su casa haya sido una excelente inversión que le garantice comodidad y seguridad.

Más o menos así es como sucede en nuestra vida. Como padres o madres jugamos un papel fundamental en la conformación de la personalidad de nuestros hijos e hijas. Muchos tratamos de buscar el momento ideal para traerlos al mundo, buscamos darles seguridad, que se formen sobre bases de valores, amor, espiritualidad. Que sean seguros para que puedan enfrentar la vida. La crianza de los hijos (as) no es tarea fácil, creo que será tarea de muchos años antes de que lleguen a ser  autónomos.

Sin embargo, cómo hacerle frente a  la adolescencia cuando se trae a cuestas experiencias tempranas marcadas de temor y dolor. Hay  también características de personalidad, tendencias heredadas y adquiridas, residuos de dependencia y crueldad infantil que de pronto, al no estar sanas  se manifiestan en la adolescencia.

Algunos estudios revelan que las conductas antisociales que florecen durante la etapa de la adolescencia pueden ser producto de una deprivación que el sujeto vivió durante su niñez; entre algunas causas citan: que la madre en un momento crítico se haya  mostrado retraída o deprimida, cuando la  familia se desintegró, historias de abandono; marcada porque antes de esta situación hubo una experiencia de bienestar  y luego vino una interrupción después de la cual las cosas no volvieron a ser iguales. Entonces, este niño inconscientemente buscará que el mundo reconozca su “deuda” o busca que el mundo le restablezca lo que perdió.

Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a un chico de tan solo 10 años a quien llamaré Diego.

La madre de Diego era una jovencita que no llegaba ni a los 20 años cuando  quedó embarazada por segunda vez, ésta vez de Diego.  Los dos niños vivieron con ella hasta que tuvieron 6 y 8 años. La madre  consumida en su dependencia, puso en riesgo a sus pequeños, momento en que le fueron quitados pues ambos niños habían sido abusados sexualmente. Los dos pequeños fueron colocados en un hogar temporal por dos años.

La picardía y la dulzura de ambos niños  conquistaron a una pareja que decidió adoptarlos a ambos. Por algún tiempo, Diego tuvo un desarrollo casi normal, y digo casi porque eventualmente había tenido ataques de ira de importante intensidad. Sin embargo,  la privación que tuvo durante sus años de infancia cobró vigencia en su adolescencia.

Diego  se convirtió en un muchacho agresivo, con  inclinación a participar en actividades de bandalismo, al tiempo cayó en drogas y empezó a robar para poder mantener su dependencia. Aún y cuando su madre adoptiva le amaba sinceramente, Diego parecía estar molesto con el mundo, había ausencia de culpa ante sus conductas, justificaba con fuerza que había tenido que robar, golpear, insultar…. Y que era culpa de los demás, él siempre se contemplaba en condición de víctima. Admiro a  su madre adoptiva  quien nunca se dio por vencida, hoy Diego esta por concluir un proceso de recuperación y se siente listo para retomar su vida.

Es importante señalar que no todos los adolescentes tienen historias de deprivación por lo que no  deben etiquetarse como “antisociales problemáticos. Hay una  “resistencia” normal que enfrenta el adolescente hacia el cumplimiento de la regla o de lo establecido. Por naturaleza ellos  y ellas tienden a cuestionar las normas, pueden percibir que todo es injusto y que los adultos no respetamos sus  derechos.

El problema podríamos verlo  en aquel grupo de jóvenes  que busca para identificarse grupos de individuos aislados, que son asiduos a conductas de riesgo y extremas, en donde los actos antisociales son vistos como formas de mostrar poder y una pseudoseguridad

Una de las preguntas que se hacen muchos padres y madres es la de por qué se aíslan?. Algunos autores hablan que durante ésta etapa se presenta el “principio de aislamiento”. Este principio  se basa en que el adolescente es en esencia un ser aislado y que a  partir de este aislamiento,  se iniciará un proceso que culminará  en el establecimiento de relaciones y eventualmente en la sociabilización.

Una particularidad será  el abandono parcial del aislamiento, para tratar de socializar en un grupo que comparta  gustos idénticos y que si se les ataca pueden reaccionar fuertemente al ataque, pero que al desaparecer  la persecución ellos vuelven a aislarse.

Sin embargo, hay casos en donde el aislamiento se convierte realmente en un problema, pues hay muchachos(as) que  presentan tendencias a ensimismarse más durante esta época. Los sentimientos de inseguridad, inadecuación y la baja autoestima pueden hacer que la salida sea mediante  conductas antisociales.

Estos y otros conflictos pueden presentar los y las adolescentes durante esta importante etapa.

Pero no todo es conflicto y problema. Me encantaría que me logre a acompañar en la próxima  entrega en dónde conversaremos sobre cómo mantener relaciones afectivas, cercanas y sanas con nuestros adolescentes.

Hasta Entonces.
Licda. Tatiana Carrillo Gamboa.
Psicóloga y psicopedagoga