A medida que crecía, no había muchas evidencias de que Millie algún día llegaría a ser una de las grandes aventureras del siglo veinte. Era una niña muy preguntona que nació en Kansas en 1897. Académicamente fue brillante. Le gustaba leer libros y recitar poemas. También disfrutaba de los deportes, particularmente basketball y tenis.

Después de reconocer el impacto de la guerra sobre los soldados que servían en Europa durante la I Guerra Mundial, Millie quiso hacer algo para ayudarlos. Decidió estudiar enfermería y, durante la guerra, trabajó como ayudante de enfermería militar en Canadá. Después que la guerra terminó, se matriculó como estudiante de pre-medicina en la Universidad Columbia en Nueva York.

En 1920, después de finalizado su primer año de estudios, visitó a su familia en Los Ángeles. Fue entonces cuando hizo su primer vuelo en avión a Daugherty Field, en Long Beach, California. Eso bastó. «Tan pronto como despegamos supe que ahí estaba mi destino», dijo. No regresó a la escuela de medicina.

Aquel fue el comienzo de una nueva vida para Millie. (Y a propósito, debo decir que «Millie» es como la llama su familia. Usted y yo la conocemos como Amelia, Amelia Earhart.)

De inmediato empezó a trabajar para ganar mil dólares que necesitaba para tomar lecciones para aprender a volar un avión. Muy pronto llegó a ser una alumna de Anita Snook, otra pionera en el campo de la aviación.

Aprender a volar no fue fácil, a lo menos para la Earhart. Tuvo su buena cuota de estrellones, pero siguió adelante. Años más tarde, habría de decirle a su esposo su opinión en cuanto a volar: «Tú sabes lo consciente que estoy de los peligros … Quiero hacerlo porque quiero hacerlo. Las mujeres debemos tratar de hacer cosas como las que intentan hacer los hombres. Si fracasamos, nuestro fracaso debe ser un desafío para otros».

En 1921, la Earhart hizo sola su primer vuelo. Al año siguiente batió el récord de altura, en lo que sería la primera de una serie de marcas que establecería en aviación. Piloteaba aviones porque amaba volar, pero también tenía un programa. Estaba tratando de abrir camino para otros. «Mi ambición es hacer que este don maravilloso produzca resultados prácticos para el futuro de la aviación comercial para la mujer que quiera volar los aviones de mañana», dijo.

Durante el curso de su carrera como aviadora, Earhart rompió varias marcas y logró varios primeros lugares:

• 1928: La primera mujer en cruzar el Océano Atlántico en un avión como pasajera.

• 1929: Primer presidente de «Ninety-nines», una asociación de mujeres pilotos.

• 1930: Marca de velocidad para una mujer: 292,5 kilómetros por hora en un recorrido de tres kilómetros.

• 1931: «Primera persona en establecer una marca de altitud en un autogiro (precursor del helicóptero): 18.451 pies.

• 1932: Primera mujer piloto en volar sola sobre el Océano Atlántico.

• 1935: Primera persona en volar sola y sin escala entre Oakland, California y Honolulu, Hawai.

Por el año 1935, Amelia Earhart era una piloto madura y excelente que había hecho lo imposible por alcanzar sus metas de abrir camino para las mujeres y legitimar la aviación comercial.

Maxwell, John C.: El Lado Positivo Del Fracaso. Thomas Nelson, Inc., 2000; 2003, S. 146

Si ella lo logró, por qué no nosotros? Dios nos ha dado a todos los seres humanos la capacidad de ver más allá de los tropezones de la vida. Volvamos a intentarlo.


Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.