Una característica de la iglesia contemporánea es lo incierto del rol de sus ministros. ¿Son los pastores en primera instancia trabajadores sociales, psiquiatras, educadores, facilitadores, administradores, o qué? Ya que el ministerio envuelve a todos los creyentes, ¿es el clero profesional superfluo o inhibido? ¿Sería la iglesia más saludable sin ellos? ¿Debería alguien establecer una Sociedad para la Abolición del Clérigo?

La iglesia, a través de su larga historia, ha oscilado de forma inestable entre un extremo clericalismo y un extremo anticlericalismo. Raramente ha habido un claro consenso acerca de para qué es ordenado el clero.

Huckleberry Finn conversaba con Mary Jane, la hija pelirroja de Peter Wilks. Huck dijo a ella que en la iglesia del Reverendo Harvey Wilks, donde asistía su tío de Sheffield, había no menos de 17 clérigos. “Pero”, añadió, “no todos predican el mismo día –solo lo hace uno de ellos. “Bueno, entonces” preguntó Mary Jane, “¿qué hace el resto de ellos?” “Oh, no mucho”, dijo Huck. “Ellos se reclinan, pasan el plato, una cosa u otra. Pero principalmente ellos no hacen nada”. “Bueno entonces, ¿para qué están ellos?” preguntó Mary Jane con asombro, a lo que Huck contestó, “Porque, ellos están por distinción. ¿No sabías eso?”

En contra del trasfondo de la incertidumbre contemporánea o malicia en el ministerio, Hechos 20, el discurso de despedida de Pablo dirigido a los ancianos de Efeso, es un pasaje apropiado para considerar. Fue un discurso memorable. Por un lado, Lucas estaba allí para escucharlo (Hechos 21.1). Por otro lado, es el único discurso dirigido a los ancianos que cita Lucas en Hechos, y realmente a una audiencia cristiana; todo el resto de los discursos son evangelísticos o defensas judiciales.

Además, este discurso penetra en el cálido corazón del Apóstol Pablo. Durante tres años él había trabajado entre los de Efeso. Ahora les dice que la prisión espera por él en Jerusalén, y que no le verán más. Así que Pablo reflexionó sobre su ministerio entre ellos y dio un solemne discurso de despedida o de carga pastoral. Fue una situación muy conmovedora.

EL MINISTERIO DE LOS ANCIANOS DE EFESO

Era cuidado pastoral; ellos eran pastores.

Lucas les llamó…………( “ancianos”), palabra tomada de la sinagoga judía (Hechos 20.7), mientras que Pablo les llamaba…………(supervisores o guardianes), palabra tomada del contexto griego (v. 28). Estos dos títulos indudablemente describen a las mismas personas.

La función de ellos era pastoral, cuidaban el rebaño de Dios. El verbo griego…………. significa “hacer el trabajo de un pastor o de atender un rebaño”, y en particular “dirigir un rebaño al pasto, y así alimentarlos”. Esta es la primera tarea de los pastores. “¿No deberían los pastores alimentar al rebaño?” (Ezequiel 34.2). Traduciendo la metáfora, la primera responsabilidad de los pastores es enseñar la Palabra de Dios al pueblo de Dios. Ya sea enseñando desde un púlpito, entrenando a un grupo, o consolando a alguien, el ministerio pastoral es un ministerio de la Palabra.

Era un ministerio de pluralidad; había varios ancianos

No hay ninguna justificación bíblica del hombre orquesta (un pastor que toca todos los instrumentos de una orquesta por sí mismo) o de una estructura jerárquica piramidal en la iglesia local (un solo pastor posicionado en la cima de la pirámide). Por el contrario, la iglesia tenía un cuidado pluralista desde el principio. En su primer viaje misionero Pablo y Bernabé ordenaron ancianos (en plural) en cada iglesia (Hechos 14.23). En Mileto, Pablo envió por los ancianos de la iglesia de Efeso (nuevamente plural, Hechos 20.17). Luego instruyó a Tito para que seleccionara y escogiera ancianos (una vez más plural) en las iglesias que él supervisaba (Tito 1.5). Hoy día es necesario el concepto de equipo pastoral –incluyendo personas a medio tiempo y tiempo completo, asalariados y voluntarios, u ordenados y laicos.

En el desarrollo de la metáfora pastoral, Pablo describe su propio ministerio de enseñanza entre ellos como su pastor, les advirtió de la aparición de falsos maestros, a quienes él llamó “lobos”, y confirmó el valor del pueblo, quienes son las ovejas de Dios. Así que el ejemplo del pastor, el peligro de los lobos, y el valor de las ovejas son los tres tópicos de su discurso de despedida.

El ejemplo del Apóstol Pablo (el pastor)

En Hechos 20.18-27 Pablo dio una mirada retrospectiva a su ministerio y recordó a los ancianos de su ejemplo. Sin duda alguna ellos le habían observado de cerca. Él podía decir que no tenía dudas o cosas de las cuales arrepentirse de su ministerio entre ellos. Había un grado de cumplimiento en esto que dejaba su conciencia limpia.

Pablo había sido cuidadoso en su mensaje

¿Qué había proclamado a ellos? Él lo llamó “el evangelio de la gracia de Dios” (v. 24) y del “reino de Dios” (v. 25). Asimismo, él enseñó sobre la necesidad de ambos “arrepentimiento hacia Dios y fe en Cristo Jesús” (v. 21). Los grandes temas enlazados de gracia y fe, gobierno divino y arrepentimiento humano habían sido explicados detalladamente.

En dos ocasiones Pablo dijo que él no rehusó la responsabilidad de su enseñanza. El no “vaciló” (NVI) en declararles lo que fuera de provecho para ellos (v. 20), toda la voluntad (o plan) de Dios (v. 27). Tal vez estas frases se refieren a lo mismo, ya que toda Escritura es inspirada y provechosa (2 Ti. 3.16). ¿Qué era “toda la voluntad de Dios”? Sin duda alguna incluía las grandes doctrinas de la creación por obra de Dios (tal y como Pablo lo expuso en Atenas), redención en Cristo, y regeneración por el Espíritu; el nacimiento de la iglesia; las mismas éticas de discipulado cristiano; junto con la salvación final y el juicio final. Muchas de las predicaciones contemporáneas se ven muy livianas al compararlas con la voluntad total de Dios presentada por Pablo.

Pablo había sido cuidadoso en su ministerio

Pablo era movido a alcanzar a toda la población de Efeso, así como a enseñar la total voluntad de Dios. ¡Él quería enseñar todo a todos! Por lo que tenía un ministerio hacia ambos, judíos y griegos (Hechos 20.21). De hecho Lucas describió esto en el capítulo anterior (Hechos 19). Escribió que Pablo estuvo tres meses hablando osadamente a los judíos en la Sinagoga, y luego por dos años alquiló el salón de conferencias de Tirano, donde él discutía el evangelio diariamente (vs.8-10), el texto Bezan añade “de la hora quinta a la décima”, de 11:00 a.m. a 4:00 p.m. ¡Una conferencia de cinco horas diarias, seis días a la semana por dos años representaría 3,120 horas de discusión del evangelio! No es de sorprenderse que Lucas comentara inmediatamente “todos los que vivían en [la provincia de] Asia oyeron la Palabra de Dios”. Porque todos en la provincia, en alguna ocasión, venían a Efeso, la ciudad capital, para ir al mercado, o visitar a un familiar o político, o hacer algunas compras. Uno de los aspectos de interés en el pueblo era el escuchar a este conferencista Pablo, ya que él estaba allí cinco horas cada día. Muchos entraban, escuchaban, se convertían y regresaban a sus vidas nacidos de nuevo. Esta es una gran estrategia para el centro de la ciudad, muy necesaria hoy en día.

Pablo expone un ejemplo desafiante en su determinación por alcanzar a todos con el evangelio. Los pastores también deberían ocuparse no solo por el rebaño de Dios que ya se reúne, sino también por “aquellas ovejas” que Jesús mencionó, que están todavía perdidas. ¿Entra la mayoría de los creyentes en la selva secular para buscarlos y salvarlos? ¿Cómo pueden los líderes cristianos sentirse satisfechos cuando no todas las almas en el distrito han escuchado el evangelio?

Pablo había sido cuidadoso en sus métodos

Pablo se entregó por completo a su ministerio, con todo su corazón y alma. Él habló en la sinagoga y en el salón de Tirano, y de forma privada “de casa en casa” (Hechos. 20.20). También continuó de día y de noche (v. 31). Él era absolutamente infatigable. Nada podía detenerlo, ni siquiera las “lágrimas y pruebas” (v. 19), que experimentó por las conspiraciones de los judíos. Él no consideró su vida de valor, porque estaba listo para sacrificarla (v. 24) y morir sirviendo al evangelio. Su única ambición, igual a la de su Maestro, era terminar la carrera y completar la tarea que se le había encomendado.

En todo esto la sinceridad del compromiso de Pablo era obvia. El no tenía motivaciones ocultas. No buscaba su propio poder o prestigio. El no codiciaba el dinero o posesiones de los demás (v. 33). Por el contrario él se mantenía a sí mismo y a sus colegas con el trabajo de sus manos (v. 34). Todo su ministerio, manual y pastoral, ilustra las palabras del Señor Jesús que “hay más dicha en dar que en recibir” (v. 35).

Así era el cuidado del ministerio de Pablo en Efeso. En términos actuales era un excelente ejemplo de “evangelismo profundo”. Pablo no omitió ni una parte del mensaje revelado de Dios. No rechazó a ningún grupo de la comunidad local. El no dejó piedra sin volver en términos de ingeniar el alcanzar a la gente. No se permitió a sí mismo descanso de sus altos patrones de vida y ministerio.

Él compartió toda la verdad posible con toda la gente posible en todas las formas. Enseñó todo el evangelio a toda la ciudad con toda su fuerza. Solo así podría Pablo hacer la solemne y audaz declaración de que era inocente por la sangre de todo el pueblo (v. 26). Tal vez estaba haciendo eco de la instrucción de Dios a Ezequiel. Dios señaló al profeta como guardián de la casa de Israel, diciéndole que amonestara a la gente y que si fallaba en hacerlo, la sangre de ellos se le demandaría de sus manos (Ezequiel 33.1-9). Pablo había sido un fiel guardián. Él había sido fiel en ambos, en enseñar y amonestar al pueblo. Por lo tanto era inocente; la sangre de ninguno sería demandada de sus manos.

El ejemplo de Pablo había sido una fiel inspiración a los ancianos de Efeso, su cuidado y devoción se mantienen como un invariable desafío. La iglesia necesita hoy líderes cristianos con la misma dedicación, quienes estén determinados con todo su corazón a llevar todo el evangelio a toda su ciudad o vecindario.

Aparición de los falsos maestros (los lobos)

En Hechos 20.28 Pablo habló de las ovejas y su pastor. Ahora en el versículo 29 él habla de los lobos. La exhortación en el versículo 28 está basada en el conocimiento del versículo 29. Como Pablo sabía que después de su partida los falsos maestros entrarían en la iglesia, él rogó a los ancianos de Efeso que estuvieran alertas por el peligro de los lobos. En el antiguo cercano oriente, los lobos eran los principales enemigos de las ovejas. Estas estaban indefensas ante ellos, por lo cual los pastores no podían permitirse el bajar la vigilancia.

No es difícil interpretar lo que Pablo exponía. De hecho él proveía su propia información en el versículo 30. Por esto él se pasó de la metáfora de los lobos inmisericordes del rebaño a la aparición de los hombres que distorsionarían la verdad y separaban a los discípulos que estaban ante ellos, algunos de afuera entrarían al rebaño, y otros se levantarían de entre ellos.

Esta profecía se cumplió y se evidencia en 1 Timoteo 4.1-3; 2 Timoteo 3.1-9; luego la carta de Cristo a Efeso (Ap. 2.1-7). Jesús mismo había hecho la misma advertencia en términos generales, “Cuídense de los falsos profetas”, les dijo. Él también les advirtió que vendrían disfrazados, insinuándose entre el rebaño desprevenido como “lobos vestidos de ovejas” (Mateo 7.15).

Por lo tanto “estén en guardia” les persuadía Pablo. Los buenos pastores, al igual que los de los campos cerca de Belén, “tienen que vigilar su rebaño de noche”, y de día también. Los buenos pastores se ocupan de cuidar a su pueblo de los falsos maestros.

Los pastores del rebaño de Cristo tienen una doble tarea: alimentar las ovejas y protegerles de los lobos. La primera tarea de los pastores es enseñar la verdad, y la segunda es prevenirles de error. Pablo hace énfasis de esto en su carta a Tito, cuando les escribía sobre los candidatos a ancianos. Dijo a ellos que deben mantener firme la buena palabra de acuerdo a la enseñanza apostólica, para que puedan dar instrucción “en sana doctrina y [también] para rechazar a aquellos que contradicen esto” (Tito 1.9).

Este énfasis no es popular hoy en día. Frecuentemente se dice que los pastores deben ser siempre positivos en su enseñanza, nunca negativos. Pero los que dicen esto, o no han leído el Nuevo Testamento, o lo leyeron en desacuerdo. El Señor Jesús y Sus apóstoles dieron el ejemplo y declararon la responsabilidad de ser negativos al rechazar el error. ¿Es posible que el descuido de este ministerio sea una de las mayores causas de confusión teológica en la iglesia de hoy? Para asegurarnos, la controversia teológica es desagradable a los espíritus sensibles y tiene su peligro espiritual. ¡Ay de aquellos que lo disfrutan! Pero conscientemente esto no puede evadirse. Si los líderes cristianos se quedan tranquilos, no hacen nada o se dan la vuelta cuando las falsas enseñanzas emergen, ellos recibirán el terrible calificativo de “vendido” porque no se preocupan por el rebaño de Cristo. ¿Es correcto abandonar las ovejas de Cristo y dejarlas indefensas ante los lobos, para que sean “ovejas sin pastor”? ¿Es correcto contentarse en ver al rebaño disperso y ovejas cortadas en pedazos? ¿Se dice de los creyentes hoy día, como fue dicho de Israel, que “fueron esparcidas por falta de pastor, y se convirtieron en comida para las bestias del campo”? (Ezequiel 34.5). Aún el día de hoy, algunas de las doctrinas fundamentales del cristianismo histórico son negadas por algunos líderes de la iglesia, entre las cuales se incluye la personalidad infinita del Dios viviente, la deidad eterna, nacimiento virginal, muerte expiatoria, y resurrección corporal de Jesús, la Trinidad, y el evangelio de justificación sólo por gracia a través de la fe sin necesidad de obras meritorias. Los pastores deben proteger del error al rebaño de Dios y buscar que se establezca en la verdad.

El valor del pueblo (las ovejas)

Está implícito en Hechos 20.8 la verdad de que el cuidado pastoral de la iglesia pertenece por último a Dios mismo. Él es el supremo Supervisor de todas las cosas, y en especial de Su pueblo. Cada una de las tres personas de la Trinidad tienen alguna parte en esta supervisión.

No está claro si el versículo 28 debería leerse “la iglesia de Dios” (como en Versión Revisada y NVI) o “la iglesia del Señor” (como en Nueva Biblia en Inglés). En cualquier caso es claro que la iglesia es la iglesia de Dios; y pertenece en última instancia a Dios el Padre.

Tampoco es claro si el versículo 28 debería leerse como que Él compró la iglesia “con su propia sangre” (NVI) o “con la sangre de Sí mismo” (Nueva Biblia en Inglés), refiriéndose a Su Hijo Unigénito. En cualquier caso es claro que la sangre con la cual la iglesia ha sido comprada es la sangre de Cristo, el Hijo de Dios. Y en esta iglesia, que pertenece a Dios y ha sido comprada por Cristo, el Espíritu Santo señala a los supervisores, por lo que la supervisión es Suya también.

Esta espléndida verdad, que la supervisión de la iglesia pertenece a Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), debería tener una influencia profunda en el ministerio.

Debería hacer humilde a los supervisores

La iglesia no pertenece a los supervisores. Ellos no tienen derecho de propiedad sobre la iglesia. Por lo tanto ellos deberían ser extremadamente cuidadosos en el uso que hagan de los adjetivos posesivos. Puede que sea apropiado para reyes y reinas hablar de “Mi pueblo”, pero no es posible que los pastores lo hagan. Cuando la gente en Corinto discutía que ellos pertenecían a Pablo, a Apolo, o a Cefas” (1 Corintios 1.12; 3.4), Pablo invirtió el sentimiento y escribió, “Porque todo es vuestro; ya sea Pablo, o Apolo, o Cefas” (3.21-22). Además, el pueblo es el pueblo de Dios, no de los pastores, y el supervisor de ellos es Dios, aunque esto haya sido delegado a los pastores.

Debería motivar a los supervisores

Porque aunque Dios delega parte de la supervisión pastoral de la iglesia a los ancianos. El no renuncia a Sus responsabilidades. La iglesia es todavía Su iglesia, y la supervisión es Suya. Él creó la iglesia, la compró, le pertenece, mora en ella, y la supervisa. El nunca permitirá que languidezca o muera.

Aunque las ovejas en forma individual pueden sufrir por causa de malos pastores, Dios preservará Su iglesia de la destrucción y completará el trabajo que él empezó. Aún las puertas del Hades (el poder de la muerte) no podrán destruirla (Mateo 16.18). Es de gran motivación recordar esto.

Debería inspirar a los supervisores

Los pastores siempre deberían recordar su privilegio de ser pastores del rebaño de Dios. Las ovejas no siempre son las limpias y cariñosas criaturas que a veces parecen. En realidad ellas son sucias, sujetas a plagas desagradables, y regularmente necesitan ser sumergidas en químicos para liberarles de ¡piojos, garrapatas y gusanos! Ellas también son poco inteligentes, desobedientes y obstinadas. Naturalmente uno debería vacilar en aplicar la metáfora de forma apegada o llamar al pueblo de Dios ¡sucio, piojoso, o estúpido! Pero hay ministros cristianos que encuentran que algunos miembros de la iglesia son una terrible mortificación, inclusive hay miembros que encuentran a algunos ministros como gran mortificación. La gente puede ser extremadamente perversa y exasperante.

¿Cómo pueden los líderes cristianos perseverar en el cuidado de tal gente? Ellos deben recordar cuan preciosos son, cuan valiosos son ellos ante los ojos de Dios. Ellos son tan preciosos que la Trinidad completa está involucrada en el cuidado de ellos. Son el rebaño de Dios el Padre. Fueron comprados con la preciosa sangre de Dios el Hijo. Y son supervisados por pastores escogidos por Dios el Espíritu Santo. ¿Si las tres Personas de la deidad están ocupadas en el bienestar del rebaño, no lo deberían estar también los pastores? En especial el énfasis aquí es éste: ¿Si el Buen Pastor murió por las ovejas, no deberían los co-pastores estar dispuestos a vivir para ellas? El Hijo de Dios derramó Su sangre por ellas; el Apóstol Pablo derramó sus lágrimas por ellas; ¿no deberían otros estar dispuestos a gastar sus vidas en su servicio?

As Baxter escribió:

¡Oh! Escuchemos estos argumentos de Cristo, en cualquier momento que nos sintamos débiles, e indiferentes: “Yo morí por ellos, ¿y no cuidarás tú de ellos? Fueron dignos de mi sangre ¿y no son ellos dignos de tu labor? Vine del cielo a la tierra, para buscar y salvar a los que estaban perdidos; ¿y no irás tu a la puerta de al lado, o a la calle, o al pueblo para buscarlos? ¿Cuán pequeña es tu labor y condescendencia para mí? Yo me rebajo a Mí mismo por esto, pero es tu honor el ser empleado. He hecho y sufrido tanto por la salvación de ellos; y he estado dispuesto a hacerte Mi co-obrero, ¿y tú rechazarás lo poco que ha sido depositado en tus manos?

Recordando a los ancianos de Efeso que eran llamados pastores, Pablo les invitó a mirar primero a él, el pastor apostólico, quien había establecido un ejemplo para ellos; segundo a los lobos, que pronto aparecerían; y tercero a las ovejas, infinitamente preciosas porque fueron compradas por la sangre de Cristo.

Conclusión

Dos lecciones pueden aprenderse de este pasaje. Primero, ora para que el Espíritu Santo señale más pastores en la iglesia. Uno no debería seguir la tendencia antibíblica de despreciar el oficio y el trabajo de un pastor y decir que el clero es redundante. No hay un cuidado pastoral como característica permanente de la iglesia. Aunque el Nuevo Testamento no da un programa detallado de acción para el pastorado, el Cristo ascendido todavía da pastores y maestros a Su iglesia.

Ellos son muy necesitados hoy en día. Igual que se multiplican las ovejas en muchas partes del mundo, hay una urgente necesidad de más pastores para alimentarles o enseñarles. Así como se multiplican los lobos, hay una urgente necesidad de más pastores, que les guíen entrenando su mente al rechazo de error. Cuantas más ovejas haya, y más lobos haya, aún más se necesitan los pastores para alimentar y proteger al rebaño.

Segundo, ora no solo por más pastores sino también por mejores pastores. Tal y como escribió Pablo, “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey” (Hechos 20.28). Los pastores tienen una responsabilidad consigo mismos y con el rebaño. De hecho la responsabilidad consigo mismos toma precedencia de su responsabilidad con el rebaño, ya que no pueden servir a otros si se descuidan a ellos mismos. Por lo que es importante que ellos “se cuiden” (NVI) a sí mismos, cuidando su vida devocional, manteniendo la disciplina de oración diaria y meditación de la Biblia, y conformando sus vidas en pensamiento, palabra y hechos a los altos y santos modelos de las Escrituras.

Solamente si los pastores se guardan a sí mismos, podrán ser capaces de guardar a las ovejas. Solo si los pastores atienden primero su propia vida espiritual entonces serán capaces de atender el rebaño de Dios.

Si Dios reformara el ministerio, y los estableciera en sus responsabilidades celosa y fielmente, el pueblo ciertamente sería reformado. Todas la iglesias se levantan o caen al igual que el ministerio se levanta o cae, no en riquezas o en gran abundancia, sino en conocimiento, celo, y habilidad para su trabajo.

Dr. John Sttot.