Es importante alcanzar grandes objetivos en la vida, pero más importante aun es disfrutar del proceso y cuando se alcanza la meta, poder ser feliz deleitándose en ella. Hay gente muy inteligente, grandes estrategas, pero cuando van en busca de concretar metas, lo hacen sin sabiduría (que no es lo mismo que inteligencia) y por eso, luchan por llegar a sus objetivos a cualquier precio; y cuando llegan a los mismos no pueden disfrutar de ello, pues, han dejado en el camino una larga lista de hechos de los cuales no se pueden enorgullecer.

Se puede ser exitoso y feliz al mismo tiempo, pero también se puede ser exitoso e infeliz. La razón es, porque sencillamente quien es exitoso es aquella persona que solamente ha llegado a la meta. Pero feliz es aquel que no solo llega a la meta sino que disfruta del proceso y es feliz cuando llega a cumbre.
Vamos a comenzar analizando un hecho histórico, el cual era sombra de lo habría de venir: Cómo el Pueblo de Dios en el pasado, tomó posesión de su herencia. Cómo concretó el sueño de una tierra propia, una casa propia, bienestar para sus familias, prosperidad económica, desarrollo personal, liderazgo entre naciones, y mucho más.
Este hecho histórico habla de Moisés y el pueblo de Israel.

El relato no comienza precisamente con Moisés, sino con Abraham (abram), todo empieza con un llamado, una promesa y una visión:
Pero el Señor había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre,  a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande,  y te bendeciré,  y engrandeceré tu nombre,  y serás bendición.  Bendeciré a los que te bendijeren,  y a los que te maldijeren maldeciré;  y  serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Genésis 12:1-3
El Señor lo llama a Abraham para darle una misión, que por el momento solo consistía en salir de su lugar, para pasar a una tierra desconocida.

Esta misión estaba acompañada de una promesa de bendición (v.2-3). En la promesa estaba incluida la visión. La visión comprendía los siguientes aspectos:
•    Haré de ti una nación grande.
•    Te bendeciré.
•    Engrandeceré tu nombre.
•    Serás de bendición.
•    Bendeciré a los que te bendijeren (a los que hablen bien de ti).
•    Maldeciré a los que te maldijeren (a los que hablen mal de ti).
•    Serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Ahora mi querido lector, qué tal si en lugar de escribir el nombre de Abraham en este texto bíblico escribiéramos su nombre, de tal manera que se leyera por ejemplo:
Pero el Señor había dicho a (su nombre:……………………………..): Vete de tu tierra y de tu parentela,  y de la casa de tu padre,  a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande,  y te bendeciré,  y engrandeceré tu nombre,  y serás bendición.  Bendeciré a los que te bendijeren,  y a los que te maldijeren maldeciré;  y serán       benditas en ti todas las familias de la tierra.
¿Le gustaría contar con todas estas promesas de parte del Señor para su vida? ¿Ser un Abraham del siglo XXI? ¿Transformarse en un líder de naciones? ¿Ser bendito y ser de bendición? ¿Que por voluntad de Dios su nombre sea reconocido en las naciones y quede grabado en la historia? ¿Que sus herederos posean la tierra? Pues bien, le tengo una impactante noticia… Usted, es heredero de esta promesa.
Dice:
•    Gálatas 3:22  Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado,  para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
•    Gálatas 3:29  Y si vosotros sois de Cristo,  ciertamente linaje de Abraham sois,  y herederos según la promesa.

Y agrega diciendo en: Efesios 1:11  “En él (Cristo) asimismo tuvimos herencia,  habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, Efesios 1:12  a fin de que seamos para alabanza de su gloria”

¿Qué tal esta noticia? Sí mi estimado lector, usted ha sido llamado como Abraham para heredar bendición:
•    1Pedro 3:9 (b): sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

Podemos notar hasta aquí, que tanto 1 Pedro 1:5 como Gal.3:22 tienen algo en común, lo cual nos enseña el método correcto para obtener la bendición del Padre. El método correcto es, mediante la fe.

•    Hebreos 11:8  Por la fe Abraham,  siendo llamado,  obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia;  y salió sin saber a dónde iba.

¿Qué es la fe?
•    Hebreos 11:1 : Es,  pues,  la fe la certeza de lo que se espera,  la convicción de lo que no se ve.

Muy bien, quizás este versículo hebreos 11:1, lo haya oído en repetidas ocasiones en las reuniones de su iglesia, o lo habrá leído muchas veces en su biblia. Sin embargo, es necesario comprenderlo exegéticamente para poder ampliar el entendimiento de lo expresado aquí. Lo cual, es de vital importancia entender, pues, la Palabra de Dios dice: El justo por su fe vivirá (Gal.3:11), y agrega la palabra Hebreos 11:6  Pero sin fe es imposible agradar a Dios;  porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay,  y que es galardonador de los que le buscan.
Si usted quiere vivir, y vivir una vida plena y bendecida (la vida en abundancia que Jesús compró a precio de sangre para nosotros) debe necesariamente conocer y asimilar de qué estamos hablando cuando nos referimos a la fe, ya que es mediante ella que usted la obtendrá. Para esto, le invito a hacer un pequeño ejercicio exegético o más bien, de lectura comprensiva comparando la misma expresión en  diferentes versiones bíblicas:
•    (Biblia Latinoamericana rev.95) La fe es como aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver.
•    (Biblia Lenguaje Sencillo) Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo.
•    (Dios Habla Hoy)  Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.
•    (Jerusalén 1976) La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven.
•    (Nueva Biblia de los Hispanos)  Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se ve.
•    (Palabra de Dios Para Todos) Ahora bien, tener fe es estar seguro de aquello que esperamos; es creer en algo que no vemos.

En todas las versiones podemos notar que tienen un punto en común: Hay algo que se espera y eso que se espera, no se ve. Es decir, hay una convicción interna sobrenatural de que lo que deseo viene en camino y eso que deseo, no lo puedo ver con mis ojos naturales sino, con los ojos del espíritu (esto involucra el intelecto). Por lo tanto, lo que está en mi intelecto (y en mi espíritu) como concepción de la fe es, UNA VISIÓN.

Esta visión no es del tipo que recibían lo videntes (profetas) del pasado en un estado de éxtasis (Aunque esta última, también es una visión recibida por fe), sino que es una fe puesta sobre algo que se ve con claridad en el plano espiritual acerca del futuro, como lo describe:
•    Hebreos 11:9  Por la fe (Abraham) habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,  morando en tiendas con Isaac y Jacob,  coherederos de la misma promesa;
•    Hebreos 11:10  porque esperaba la ciudad (él veía una ciudad) que tiene fundamentos,  cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Hay muchas definiciones de lo que es visión, ya que es una palabra utilizada en ámbitos empresariales, de negocios, organizaciones, etc. En este caso, voy a utilizar una que me parece muy simple de comprender y muy práctica:
VISIÓN: Es una descripción explicita de un futuro deseado difícil de conseguir, pero no imposible.
Es decir que, una visión se puede describir en tiempo presente, en forma detallada y se entiende que involucra una acción o unas acciones que pueden significar sacrifico pero que al fin, logran su cometido.
En muchas ocasiones, he escuchado a algunos “creyentes” decir: “Por la fe voy a comprarme una casa”, “por la fe voy a ser un profesional”, “por la fe voy a tener un ministerio poderoso”. Pero cuando les he preguntado qué están haciendo para que este deseo que tienen se haga realidad, suelen contestarme: “estoy esperando en Dios”. Me pregunto: ¿es ésta la actitud que Dios espera de nosotros?
Una cosa es esperar el tiempo de Dios para obedecer a su orden, y otra muy distinta es quedarse de brazos cruzados “esperando en Dios” y que las cosas ocurran como por arte de magia. Este es un concepto que lamentablemente predomina en las mentes de muchos cristianos alrededor del mundo.
Vale aclarar, que hay situaciones en las que ciertamente debemos esperar en Dios, porque justamente Él, es la garantía de que llegaremos hacia donde avanzamos, pero aun ésta, no deja de ser una posición activa. Estoy haciendo algo, estoy esperando (vigilante) que Dios me dispare hacia el próximo nivel.

No es una actitud pasiva, inerte, sino que sigue siendo fe en acción. Tal como lo describe Salmo 25:5  Encamíname en tu verdad,  y enséñame,  Porque tú eres el Dios de mi salvación;  En ti he esperado todo el día.

David sólo esperaba para ser encaminado en el camino correcto. Esto no es lo mismo que permanecer de brazos cruzados esperando que algo ocurra repentinamente.
¿Qué hizo Abraham cuando Dios le habló?  Gen 12:5  Tomó,  pues,  Abram a Sarai su mujer,  y a Lot hijo de su hermano,  y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán,  y salieron para ir a tierra de Canaán;  y a tierra de Canaán llegaron.
Dice este versículo que Abraham obedeció: Salió para ir (muchos han llegado hasta este punto, “salen para ir”, es decir, se quedan en que sólo salieron para ir, pero nunca llegan a sus objetivos. Luego el versículo dice: “y a tierra de Canaán Llegaron”, Abraham no solo salió, sino que también, llegó a destino. Esta era solamente una actividad intermedia que Abraham debía realizar para que se le revelase el Plan completo.

En ciertas ocasiones el Señor nos hace dar pequeños pasos de fe para que, luego de haber sido obedientes y haber demostrado que somos hombres y mujeres de acción, el Señor nos revele una gloria mayor.
¿Recuerda el pasaje de Juan 9:6? Dice: Dicho esto,  escupió en tierra,  e hizo lodo con la saliva,  y  untó con el lodo los ojos del ciego, (Juan 9:7)  y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé  (que traducido es,  Enviado).  Fue entonces,  y se lavó,  y regresó viendo.

En relación a esto, voy a compartirle un testimonio personal para ilustrar de alguna manera lo que estamos analizando.
Estaba predicando en una cruzada de milagros en el sur de Argentina, cuando fui guiado a hacer algo que jamás me hubiera atrevido si Dios no hubiera estado conmigo, y el don fe, absolutamente activado. Estaba enseñando sobre este principio.

Que la fe, y nuestra acción en obediencia, desatan la gloria de Dios en nuestras vidas. Entonces, pregunte a la congregación presente: ¿hay alguien aquí que tenga pie plano? Entonces, varias personas levantaron las manos.
Mirándoles les dije: el que crea que Dios puede hacerle la curvatura en sus pies ahora, póngase de pie en el lugar donde está. Así lo hicieron aquellos que creyeron, si mal no recuerdo sólo uno se quedó sentado. Entonces, les dije: Ahora quiero que pasen aquí adelante, y frente a toda la audiencia se quiten el calzado y me muestren la curvatura que el Señor les hizo en sus pies.

¿Qué estaba probando con esto?, que la fe en una palabra alineada con la voluntad de Dios, y acompañada de acción en obediencia, activa al poder Dios y se producen los milagros.  Sólo en aquellas cinco personas  que se atrevieron a pasar adelante y descalzarse (ante la sorpresa de ellos mismos y de toda la congregación), sus pies mostraban ahora unos hermosos arcos en sus plantas. Ante lo cual estallaron los aplausos al Señor.
No hizo falta orar a los gritos, ni zapatear, ni dar grandes saltos para que los milagros se desataran, aunque a veces la emoción nos lleva a hacerlo, no estoy dogmatizando. La clave, fue simplemente el llamado a un acto fe, y la consecuente obediencia al llamado, entrando en acción. Esto desató el milagro de Dios y la gloria cayó sobre todos los presentes; a tal punto que cuando hice el llamado para orar por los enfermos, la gente caminó hacia el frente en forma apresurada, casi corriendo a recibir su milagro de salvación y sanidad.

Lo que había ocurrido, era que la fe se había activado en todos ellos. Y ahora estaban imitando la fe de los hermanos que habían tenido pie plano.  Tal cual como ocurrió con el ciego que sanó Jesús y con Abraham. ¡Gloria a Dios!

Pastor Maximiliano Contreras.
Autor del e-book. Se Puede
www.milibrogratis.blogspot.com
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