Es oportuno decir que las 24 horas del día, pueden ser divididas de la siguiente manera:
8 horas destinadas al Descanso;
8 horas para dedicarlas al Trabajo y
8 horas para expresarnos en el “Ocio Creativo”.

Si en la realidad actual esta distribución del tiempo no se lleva a cabo, sugiero tomar esta división como una generalidad apropiada. En estas tres etapas del día, podríamos decir que el ser humano tiene mayores posibilidades de estar en EQUILIBRIO y que todo exceso rompería esta preciada armonía que deseamos. Dicho de otra manera, todo exceso es desequilibrio.

Las 8 horas destinadas al Descanso:
Tras las diarias actividades, nuestro cuerpo necesita de un tiempo de descanso, al que generalmente llamamos “sueño”. La falta de sueño afecta negativamente en el buen desempeño y en el humor de las personas.

Dormir es un estado por el cual nuestro cuerpo recupera las energías, que han sido desgastadas durante el día y nos permite estar más armónicos. Según estudios médicos, el sueño previene las afecciones cardiovasculares. Las investigaciones de la Universidad de Stanford (EE.UU.), nos dicen que “el sueño parece ser el mejor indicador del tiempo que vivirá una persona”. Si un adulto duerme más de 8 horas, es probable que sufra algún tipo de alteración orgánica o mental; asimismo si trabajamos más de la cuenta como suele pasar en estos tiempos, ya sea por necesidad o por cubrir vacíos existenciales (o cubrir carencias), incidiendo en nuestro bienestar.

Las 8 horas para dedicarlas al Trabajo:
Más de 8 horas de trabajo diario, perjudica notablemente nuestra salud y reduce la capacidad productiva y la motivación. Las investigaciones realizadas en 1.994 por la Oficina Alemana de Protección del Trabajador, llegaron a comprobar que el mayor desempeño y eficiencia se logra al reducir las horas laborales a 6 horas diarias, con 40 horas máximo semanales. Con el aumento de las horas de trabajo son consecuentes también los padecimientos como el famoso flagelo actual de las urbanizaciones: el “stress”; además de cansancio general, insomnio y también las insuficiencias cardíacas, entre otros problemas de salud.

Siempre comento que el trabajo en la actualidad está visto como un “negocio”. Hoy es realmente considerado como una “virtud” y esto ha causado mucho daño a la humanidad. Desde que tengo uso de razón, los mayores decían que “el ocio es el padre de todos los vicios” y cuanta mentira hay en todo esto. Tal es así que, en el apogeo griego había un espacio de tiempo destinado al “ocio”. Este tiempo estaba dedicado a la expresión. Se practicaba el ocio de manera diaria, para cuidar el cuerpo y la mente, mediante los juegos y esparcimientos, el deporte, la lectura y la expresión en las artes, así como la reflexión y las conversaciones filosóficas. Luego, al iniciar el dominio romano, el ocio fue negado, para dar más interés a las actividades laborales… De allí, surge la palabra NEG-OCIO.
Si hoy nos sugirieran que realicemos actividades que estimulen el “ocio creativo”, posiblemente – luego de estar tan acostumbrados a dedicar tantas horas al trabajo – nos aburriríamos o no sabríamos qué hacer en ese tiempo.

Las 8 horas para expresarnos en el “Ocio Creativo”.
Los griegos consideraban al ocio como uno de los caminos hacia la Sabiduría y su medio para acercarse a ella era la “contemplación” (con-templar).
Para Aristóteles, filósofo griego (384-322 A.C.), el ocio era una de las puertas de acceso a la felicidad, considerada el fin último en la vida. Se trata de un ocio que busca incansablemente el “despertar espiritual” y NO a encontrar la manera de “aumentar y potenciar la productividad” laboral.
El ocio creativo, tomado como un tiempo que nos permitimos para vivirlo de manera plena, nos permite darnos la posibilidad de re-descubrir la esencia de nuestro Ser.

Este espacio de tiempo, de hecho, rescata el equilibrio interior de cada uno de nosotros; nos permite una mejor relación con los demás, tener una mayor integración con el entorno y aumentar nuestra capacidad emocional. Para trabajar el “ocio creativo”, es necesario romper las barreras de la rutina diaria que muchas veces está sedimentada. Tomar el compromiso con esta parte del tiempo destinado al ocio, nos invita a hacer una “auto-terapia”. Comenzaremos a experimentar mayor entusiasmo y nuestra mente se sentirá más liviana, sin pesadumbres.

El ocio creativo propicia la generación de experiencias vivenciales saludables con uno mismo, con nuestro entorno y con la naturaleza. Estimula claramente nuestras virtudes y talentos y quizás, para muchos de nosotros, a descubrirlas en un marco de alegría y renovación permanente.

De hecho, el ocio creativo es saludable y activa los mecanismos de la auto-sanación interior. Se trata, entonces, de comprometernos con un nuevo aprendizaje que nos lleve a lograr la integridad bio-psico-social; promoviendo la imaginación, la creatividad, el juego, las relaciones afectivas, el arte, la actividad física, las reflexiones filosóficas y el encuentro con la mirada interior.

Podría decir que uno de sus pilares del ocio creativo es “la libertad”, ya que contamos con ella para desarrollarnos con plenitud.  Ahora bien, NO confundir “OCIO” con “PEREZA”. Se ha asociado mucho el ocio con la pereza, sin que un concepto tenga que ver con el otro.

La pereza es una actitud mental. Es considerada también uno de los 7 pecados capitales. En la Biblia Cristiana, en Proverbios 6:6-11, se refiere a los perezosos con esta enseñanza: “Ve a la hormiga, Oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado”.

Lic. Daniel Fernando Peiró
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