¿Jamás has pensado que cuando te hallaste en medio de la tormenta, gritando en voz alta, llorando, nadie te ayudó? Gritaste, gritaste alto y todos pensaron que mentías.

De repente te levantaste y retomaste la fortaleza con fe renovada, peleaste hasta el final. De repente ganaste, simplemente en ese punto. Has ganado, lo creas o no.

¿Has pensado alguna vez de dónde vino la fortaleza? Reside dentro de nosotros desde el comienzo hasta el final. Sólo si confiamos en el valor que tenemos podemos solucionar todos nuestros problemas dentro de nosotros mismos. Si no podemos, ¿cómo podrán otros?

Sólo nosotros conocemos nuestros deseos y sólo nosotros sabemos nuestros planes. Así que no busquemos fuera, tan sólo bien adentro. Obtendremos todas las respuestas si tan sólo escuchamos en quietud.

Los problemas nunca cesarán. ¿Cuántas veces tocaremos la puerta afuera? ¿Cuántas veces estará la gente a nuestro lado? Terminémoslo aquí y correctamente; pelea por ti mismo con toda tu fuerza.

Ganarás porque posees la fortaleza y aún si no la tienes, no te arrepentirás de intentarlo, al final.

Creo que este parágrafo lo dice todo: hace una pregunta y presenta la respuesta. Se trata de creer en nuestras propias capacidades en lugar de buscar en otro las respuestas.

Ankeeta Sausan, ccpyright 2003
Fuente: www.motivateus.com

Pero por encima de todo, nunca olvidemos que la fuente de esa fuerza que está dentro de nosotros, es Dios. Él nuestra fortaleza. Cuando crees que no puedes, míralo a él y entonces verás como esa fortaleza crece dentro de tu corazón.

El Señor es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. Éxodo 15:2

Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. 2 Sam 22:3

Te amo, oh Señor, fortaleza mía. Salmo 18:1