Hoy entiendo que puedo amarte porque tu primero me amaste.

La fuerza que viene de ti me llena y satisface y puedo vivir este día con la satisfacción de amarte y ser amado.

Gracias Señor.

Señor, tú me sondeas y me conoces,
139:2 tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
139:3 te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.
139:4 Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente;
139:5 me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
139:6 una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla.
139:7 ¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
139:8 Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.
139:9 Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
139:10 también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha.
139:11 Si dijera: “¡Que me cubran las tinieblas
y la luz sea como la noche a mi alrededor!”,
139:12 las tinieblas no serían oscuras para ti
y la noche sería clara como el día.
v13 Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
139:14 te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras!
Tú conocías hasta el fondo de mi alma
139:15 y nada de mi ser se te ocultaba,
cuando yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra.