Cuando dejamos que Dios derrame el agua viva en nuestros corazones, no sólo va a satisfacer nuestra sed espiritual sino que Él nos va a ayudar a crecer. Y podremos ser una fuente que inspire y sustente a otras personas.

Juan 7:37-38

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Mateo 11:28
Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.

Juan 4:10
Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber, tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva.

Juan 4:11
Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?

Juan 4:14
pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.

Juan 6:35
Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.

1 Corintios 12:13
Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu.