Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle.  Vio a lo lejos venir al Rey con su Corona y Capa. Pensó:
“Le voy a pedir y seguramente
me dará bastante”.
Y cuando el Rey pasó cerca, le dijo:
“Su Majestad, ¿Me podría, por favor, regalar una moneda?”
Aunque en su interior pensaba que El Rey le iba a dar mucho más.

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