Dos hermanitos jugaban en frente de la casa, cuando Julio, el chico más pequeño, dice a su hermano Ricardo:

Mi querido hermano, yo te amo mucho y nunca me quiero separar de ti!

Ricardo, sin dar mucha importancia a lo que Julio dijo, pregunta:…

Y que te pasa a ti? Porque hablas de esa cosa de amar? Quieres callarte y continuar jugando?

Y los dos continuaron jugando la tarde entera hasta anochecer.
A la noche, el señor Jacób, padre de los dos niños, llega del trabajo. Estaba exhausto y muy mal humorado, pues no había conseguido cerrar un negocio importante…

Al entrar, Jacób miró a Júlio, quien sonrió a su padre y le dijo:

– Hola Papi, yo te amo mucho y no quiero nunca separarme del ti!

Jacób, no sale de su mal humor y stress, dice:

– Julio estoy exhausto y nervioso. Entonces, por favor, no me vengas con bestialidades!

Con las palabras ásperas del padre, Júlio quedo triste y fue a llorar a un rincón de su cuarto. Doña Juana, madre de los niños, sintiendo la falta del hijo fue a buscarlo por la casa, hasta que lo encontró en el rincón del cuarto con los ojitos llenos de lágrimas.

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