Crecimiento Personal: La Navidad No Es Como Solía Ser.

¡Navidad! ¡No es como solía ser… como las recuerdo de antaño! Entonces sabíamos cómo celebrar la época, aunque era trabajo duro para mamá y el dinero escaso. Recuerdo cómo revolvíamos los postres de Navidad y hacíamos deseos al mezclarlos en el tazón desde el lavamanos. Su aroma mientras se horneaban nos hacía sentir que la temporada navideña nos había alcanzado.

Nos gustaba aguaitar y verlos en el mostrador bajo las escaleras, con un lazo doble atado y agrupados de dos en dos. Pero siempre goloseábamos un poquito para asegurarnos que estuviesen lo suficientemente buenos para agradar a la Tía May ya que mamá decía que “Todo lo que ella hace sale bien y no quiero que sus postres sean mejores que los míos”. Pero ahora se compran en los supermercados en un recipiente de plástico y cuestan demasiado si uno es jubilado. ¡ La Navidad no es como solía ser!

¡Comí muchos pasteles de carne molida cuando era niña esperando hallar una moneda de plata debajo de la cubierta! Hoy se venden en cajas de celofán… tan sólo probarla me da indigestión. No hallaremos moneda alguna dentro del relleno, ¡de hecho es difícil hallar la carne! Los dulces navideños son cuadrados hoy… para partir pedazos más pequeños.

El trocito que obtuve el año pasado difícilmente hubiera alimentado a un ratón. De todas formas, el delgado e insípido mazapán bajo el glaseado duro como concreto, bueno, ¡casi rompió mis dientes! Solíamos lavar las frutas nosotros mismos y colocarlas en bandejas sobre la rejilla de la chimenea junto al fuego; y luego cuando estaban mezcladas, se echaban en el molde y lamíamos la cuchara y raspábamos el tazón para comernos lo que quedaba. El olor de aquel dulce horneándose es un recuerdo que atesoro. Son cosas sencillas como aquellas la que hicieron de mi niñez algo placentero.

¡ La Navidad no es como solía ser!

El árbol de Navidad era mágico y nos deleitaba. Tenía velas de verdad sobre sus ramas, vertiendo su luz misteriosa. Hoy no se permitiría: sería un riesgo de incendio por lo que ahora tenemos bombillos eléctricos. Colgábamos nuestros ratoncitos de azúcar y caramelos que costaban dos por un centavo en un pino de verdad… hoy día no se ven muchos.

Un encantador ángel coronaba nuestro árbol; lo creíamos divino. ¡Ahora un Santa en una nave espacial de plástico cuesta cinco noventa y nueve! Nuestros adornos eran hechos de cadenas de papel hechas a mano por los niños, ¡aunque solíamos embarrarnos bastante de pegamento!

Hoy se gasta una fortuna sólo para decorar y podemos obtener un aerosol de nieve artificial. Todavía disfruto recibir tarjetas y cartas en el correo. Pero mientras unas pocas traen escenas de la Navidad , muchas tienen Santas, ratones, ó renos de narices rojas ó patinadores sobre hielo…

¡ La Navidad no es como solía ser!

¡Nunca ha visto una fiesta navideña como las que solíamos tener! Todos nuestros tíos y tías y primos llegaban. Había gelatinas y cremas –algunas en forma de conejo, hacíamos locuras de Navidad y usábamos sombreros hechos de crespón. Jugábamos charadas y otros juegos al terminar el té. Pero ahora me mandan a callar si hablo, sus ojos pegados al televisor.

No sería tan malo si hablasen en voz alta para que pudiera oírles y ahora mi vista está fallándome por lo que tengo que esforzarme. Me sientan en una esquina y me preguntan si está bien. Murmuro que supongo que sí aunque quisiera que hubiese un poco más de luz. Dicen que duermo cuando cierro mis ojos, pero no saben que pienso en alguien que me besó bajo el muérdago. Era un guapo joven soldado y yo tenía tan sólo dieciséis… ¡mucho ha pasado en los setenta años desde entonces! No pasa un día en que no extrañe a mi esposo, Fred, aunque ya hace 30 años que murió. ¡ La Navidad no es como solía ser!

Entonces recuerdo a los cantantes de villancicos tocando a mi puerta. Sonaban como ángeles y siempre les pedíamos más. “Una vez en la ciudad de David” ó mi favorita, “Noche de Paz”. ¡Sus rostros amables parecían brillar con una luz fuera de este mundo! Pero ahora aplauden y gritan y tocan sus guitarras y cantan tonadas extrañas y salen disparados en sus autos.

Solía preguntarme al cantar los villancicos por qué decían que Jesús había venido al mundo a morir. Pero que consuelo cuando al final lo comprendí: “Él murió para que pudiésemos ser perdonados; ¡murió para hacernos buenos!” Perdónenme por quejarme… no debiera hacerlo. Debe ser mi artritis y las horas que paso sola.

Necesito sacar las cosas de mi corazón, pero le agradezco al Señor que siempre me escucha, Él tiene tiempo ¡y nunca se aburre! Él conoce el dolor y la fatiga de la vida… la sintió también. Así que cuento mis bendiciones y les digo que ¡ la verdadera Navidad no ha cambiado en absoluto!

Dorothy Bull, Inglaterra; enviado por Rose Perry, Australia
Fuente: www.motivateus.com
Estoy seguro de que muchos de los miembros del club de los 50s y mayores se sentirán algo identificados con la autora del pensamiento de hoy, si bien reconocemos que la misma hace referencia a un contexto muy distinto al de muchos de Uds.
Lo cierto es que sí es cierto que la festividad ha ido cambiando con el tiempo. Por un lado, su secularización y su comercialización han tenido un serio impacto sobre la manera como la mayoría—y aún los mismos creyentes— la celebran. Pero más que anhelar volver a celebraciones que consideremos más a tono con nuestros gustos, creo que siempre necesitamos mantener clara la razón de la Navidad… no se trata de lo que nosotros podamos hacer ó no, sino de lo que el Hijo de Dios vino a hacer… e hizo por nosotros.
Los demás elementos de la festividad podrán agregar vistosidad a la celebración pero nunca sustancia. Ojalá que el Cristo de la Navidad sea honrado en todo su esplendor por cada uno de nosotros.
Adelante y que el Señor les bendiga.

Raúl Irigóyen
El Pensamiento Del Capellán

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