“En una casa grande no sólo hay vasos de oro y de plata sino también de madera y de barro, unos para los usos más nobles y otros para los usos más bajos. Si alguien se mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda obra buena.” 2 Timoteo 2.20-21

En una casa tenemos cosas de todo tipo, creadas con un propósito especifico.   La ollas tienen un propósito, las sartenes tienen otro. Las copas de vino son hechas específicamente para el vino, jarras de leche para la leche, potes de basura, el inodoro, bueno, usted entiende lo que quiero decir. Estos contenedores son llenados con sustancias hechas para su propósito y después de ser vaciados, vuelven a ser llenados de nuevo. Son hechos para ser llenados y vaciados, llenados y vaciados. Este patrón de uso nos lleva a asociar fuertemente estos recipientes con el contenido, hasta el punto de que, casi siempre, los imaginamos juntos. Son identificados por y con lo que hay en ellos. Y cuando están vacíos, parecen perder algo de su valor. Citando al teólogo Robert Zimmerman, “cuando la botella esta vacía, Señor, ciertamente no vale nada”.

Pablo nos compara a estos “recipientes”. Pareciera que el dice que una vez todos estuvimos llenos de basura y desperdicio. Que fuimos hechos de madera y barro por lo que hicimos con nuestras vidas. Nos comprometimos en un punto de nuestras vidas a ser llenados de basura para dispensar luego lo mismo. Y acá en este pasaje el dice, que si dejamos esas cosas, si dejamos de llenarnos de basura y dejamos de dispensar basura a los que nos rodean, entonces podremos llegar a ser usados para grandes cosas. Que estaremos entonces listos y dispuestos para ser llenados de bondad, al punto que rebosará de nosotros, refrescará y nutrirá a aquellos que nos rodean. Pero si continuamos llenándonos de otras cosas, entonces lo más probable es que rebosaremos como un basurero o un inodoro. Y nadie quiere estar cerca de un inodoro rebosante.

Déjeme terminar con lo siguiente. Fuimos hechos nueva criatura por el amor y gracia de Jesús. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de renovar nuestras mentes y cambiar nuestras acciones. Mucha gente se identifica tanto con su manera anterior de hacer las cosas y con su pasado, que no logran verse de una nueva manera. En sus cabezas, ellos siguen siendo sucios, sin valor, una falla, y mucho más. Pero Cristo te ha hecho nueva criatura. Eres una nueva creación en Cristo. Si no comienzas a verte en esta nueva luz, nunca podrás “limpiarte” de las cosas viejas, de las cuales te estuviste llenando y no podrás desempeñar tu nuevo papel y propósito en la casa de Dios.

 

Robert Vander Meer
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