Collyn y Shelby estaban en la misma clase. Collyn admiraba a Shelby. Siempre tenía las mejores calificaciones en el colegio. Podía leer sin que se le escapara ninguna palabra. Sus pruebas de matemáticas estaban siempre perfectas. Y además… ¡era bonita!

Collyn deseaba ser tan lista como Shelby, entonces la vida sería perfecta.  Collyn no era una gran estudiante. Detestaba leer en voz alta o hablar delante de la clase.

En un día lluvioso al final del semestre, Collyn y Shelby estaban afuera esperando el autobús. Llevaban su boletín de calificaciones y Shelby parecía asustada. Collyn no podía imaginarse lo que podría estar mal.

-Shelby, ¿estás bien? No pareces sentirte bien -dijo Collyn.

-Ah, estaré bien… creo -contestó.

-No estoy muy segura -continuó Collyn.

-Bueno, son mis notas. Tengo una C en geografía -admitió Shelby al fin.

-¡Vaya! Siempre sacas A. Yo siempre saco C y me da mucho trabajo aprender cómo se deletrean los nombres de todos esos países. Pero tú eres muy lista. Creo que es natural que tengas buenas notas -dijo Collyn.

-Ojalá! -dijo Shelby-. Mi papá no me deja hacer nada hasta que no termino mi tarea. También tengo que estudiar para adelantar el tema siguiente. Yo he estado estudiando, pero él se va a enojar igual, creo que necesito un tutor, pero no sé si podemos pagarlo.

-Shleby, lo siento, yo sólo pensé…

-Está bien. Todos creen que mis notas vienen con facilidad. Me imagino que sea porque trato de no quejarme. Solo estaba desilusionada con mi nota. Hasta luego -la saludó y se subió al autobús.

Me imagino que no todo es siempre como uno lo ve, pensó Collyn.

Recuerda:
Las cosas no siempre son lo que parecen.
Da gracias al Señor por hacerte como eres. Él te ha hecho con exactitud de acuerdo a su perfecto plan.

Salmo 107:1
Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

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