“Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu Casa; adoraré con reverencia hacia tu santo templo”. Salmo 5:7

Cuando amamos a alguien, anhelamos una relación en la cual los dos participan activamente. Aunque el verdadero amor puede darse a distancia y aun sostenerse frente al rechazo total, su urgencia básica es conectarnos con la persona que amamos.

El estar enamorados significa que queremos estar cerca de ellos y con ellos, haciendo cosas y experimentando cosas juntos. El amor consiste en compartir y comunicarse con otra persona al nivel más profundo de nuestro ser.

El amor es como un idioma: transforma los sentimientos en expresiones que pueden ser entendidas por otros. El amor debe expresarse a sí mismo.

Nada es más importante para Dios que Su relación con nosotros.

Desde el comienzo, Él quiso una interacción viva con nosotros, y pagó un precio increíble que restaurara con seguridad una unión duradera entre nosotros y Él. Dios quiere relacionarse con nosotros de forma tan íntima y profunda que lo experimentemos por quién Él verdaderamente es, y nos veamos atraídos a una comunión cada vez más profunda con Él. Una y otra vez Él comunica cuánto nos ama.

Sabiendo cuán satisfactorio es para el amor poder expresarse, Él quiere que nosotros tengamos una forma de declarar nuestro amor por Él, así que nos capacita para participar en una de las actividades más satisfactorias y significativas de toda la creación: la adoración al Dios Altísimo.

Muchas personas erróneamente se imaginan que el adorar es algo que Dios requiere, ya sea porque le guste oír que lo alaban (como una deidad insegura, hambrienta de su ego), o porque perpetuamente vive de mal humor y tenemos que aplacar Su ira con sacrificios verbales (como arrojar a personas a un volcán para apaciguar a un dios de la lluvia).

El corazón de Dios en cuanto a la adoración no tiene nada que ver con lo que Él recibe de nuestra alabanza, como si necesitara algo de nosotros o le diera cierta clase de placer auto-satisfactorio al hacer que nosotros reafirmemos Su lugar preeminente en el universo.

La adoración, como cada aspecto de la verdad que Dios ha proveído para nuestro caminar con Él, tiene un gran propósito: llevarnos a una relación más estrecha con Él. La adoración es el idioma del amor y la comprensión que llegamos a usar con el Señor. Tal como Su amor nos da la bienvenida y nos honra, así nuestra adoración verbaliza nuestro deleite en Él.

▲La adoración es el idioma del amor entre nosotros y el Señor.
▲La adoración es para nuestro bien, no para el del Señor.
▲Podemos adorar en cualquier momento y en cualquier lugar.
▲La adoración es una actividad externa.
▲La adoración nos transforma.
▲La adoración es una fuerza espiritual poderosa.
▲El orgullo evita que las personas adoren a Dios.

Nada es más importante para Dios que Su relación con nosotros.

Gracias Señor, porque hoy puedo conectarme en el Amor a través del idioma de la Adoración. En el Nombre de Jesús, Amén.

Dr. Daniel A. brown.

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