“Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor”. 2 Corintios 3:18.

Este es un indicio acerca de uno de los mayores beneficios (para nosotros) de la adoración: la adoración nos transforma. Descubrirás que el proceso de toda la vida de caminar con Dios produce grandes cambios en nuestra manera de pensar y de vivir.

La adoración nos cambia.

El mundo quiere mantenernos conformados a sus patrones, pero Dios obra para transformar nuestras vidas de manera que se asemejen a la Suya.  Nuestros pensamientos y acciones necesitan ser alineados una y otra vez para adaptarse a Sus patrones.

Cuando nos presentamos ante el Señor y le ofrecemos nuestra vida por completo, Él se regocija y se deleita en ayudarnos a cambiar porque sabe que realmente queremos vivir a Su manera.

La adoración y la alabanza ayudan milagrosamente a esa transformación.

¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios nos advierte que no Adoremos a ninguna imagen de otros dioses?

¿Qué sucede con las personas cuando adoran a un ídolo o a un dios falso?

¿Por qué crees que adorar (servir) a un dios nos descalifica para adorar a otro?

Nuestra adoración al Dios viviente y verdadero nos moldeará cada vez más hasta hacernos a Su imagen. Los sacrificios de alabanza y adoración cambiarán la forma en que pensamos y sentimos.  Esto puede ser una ofrenda diaria para Él, no sólo una experiencia de una vez en la vida.

Cuando recibiste a Jesús en tu vida y te rendiste a Su señorío, recibiste perdón y adopción de una vez para siempre, pero tu “vínculo eterno” con el Señor significa que puedes tener una guía e interacción diaria con Él y en Él.

No hay mejor manera de recibir de Él ambas cosas que en los momentos de adoración.

Como dice un hermoso canto. Estar en tu presencia Señor que grato es.

Si hoy deseo ver cambios en mi vida, necesito acercarme a Dios en alabanza y adoración y allí en el altar surgirán esos cambios del alma.

Señor, Gracias. Tú quieres cambiarme y esos cambios se generan en tu altar. Por eso hoy te adoraré. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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