“Bienaventurado  el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo y vean su vergüenza” Apocalipsis 16:15.

El apóstol dijo que a diario estamos sujetos a muerte y él lo dijo porque esa era la vida diaria de los primeros cristianos, ellos iban todos los días por los caminos, valles y montañas exponiendo sus vidas.

Quizá nosotros, por lo menos en América Latina no sentimos en el presente lo que es pasar y sufrir  persecuciones en el mismo grado en que ellos lo sufrieron y si tuviéramos que pasarlo el Señor nos daría de su gracia para soportar las pruebas.

Las pruebas de la vida cristiana en los momentos actuales aunque exteriormente no son tan terribles sin embargo no dejan de ser fuertes, porque tenemos que soportar las mofas del mundo, sus lisonjas, sus desgastadas palabras y sus discursos aceitosos, su hipocresía que ya son bastante para soportar.

Hoy estoy consciente que por encima de las persecuciones que sufrieron los primeros cristianos , yo estoy enfrentando otro tipo de peligros de los cuales debo estar alerta y por ello el Señor me invita a velar.  El peligro de creernos ricos y llegar a ser orgullosos y ese orgullo me exige que yo este en la misma onda de moda de este mundo perverso y terminar perdiendo la fe.

El enemigo de mi alma anhela destruir mi amor por Cristo y por ello necesito velar.  Me temo que en los días y en la época en que vivo, la Iglesia Cristiana tiene la probabilidad de perder la honradez en estos días sedosos en contraste con la pureza de la iglesia primitiva en los días ásperos en que vivía.

Hoy necesito aprender a velar y estar despierto y para ello es importante que me asegure de que la fe en Jesús sea una realidad y mi amor por Cristo una llama ardiente.  Muchos en estos días de profesión evangélica fácil son presa fácil de las trampas mundanales y caen fácilmente en el camino de los hipócritas con máscaras justas y yo no quiero caer en ese camino.

Hoy retomo fuerza para aprender a velar ante las intrincadas trampas del mundo con las palabras :  Soy más que vencedor en aquel que me amó y se entregó así mismo por mi.

Señor, gracias porque a pesar de los ataques e insidiosas trampas que el mundo, la carne y el demonio preparan, en ti soy más que vencedor.  En ti he encontrado la victoria real.

Hoy comprendiendo lo que he recibido de tu mano me propongo aprender a velar ya que en el versículo de esta semana tu promesa es: Bienaventurado el que vela….Realmente feliz el que vela, quién no se descuida y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean a vergüenza.  Amén.

Dr. Serafín Contreras Galeano.
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