“Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré” (Salmos 5:3).

El orar es como hacer un pedido en un restaurante, y luego esperar a que la comida llegue.
La Biblia nos presenta varias imágenes de oración que disipan algunos de nuestros temores de ser inadecuados: que es demasiado difícil para que lo hagamos bien. Lee el siguiente versículo a la luz de la imagen sugerida, y luego, con tus propias palabras, describe cómo éstos cambian tus nociones de la oración:
“Ahora pues, devuelve la mujer al marido, porque él es profeta y orará por ti, y vivirás. Mas si no la devuelves, sabe que de cierto morirás, tú y todos los tuyos” (Génesis 20:7).

El orar es como hablar a favor de alguien al gerente general  porque él te escucha.
El dicho dice: “Lo que cuenta no es lo que sabes, sino a quien conoces”. Si alguna vez has recibido pases entre bastidores, boletos de avión gratuitos o un viaje especial que no está abierto al público, todo porque alguien que conociste tiene un “puesto importante” en una empresa de negocios, tienes idea de lo que la Biblia enseña respecto a la oración.  Ante todo, la oración significa un acceso especial.

La oración es una oportunidad privilegiada, como abordar el avión previamente, junto con los pasajeros de primera clase (aun cuando sólo tienes un boleto de segunda clase).

Podemos darnos una idea acerca de la oración imaginándonos que nuestro mejor amigo de toda la vida de repente se enriquece. Nuestra relación nos da esperanzas de que nuestro amigo vaya a querer hacer algo por nosotros. No somos extraños que desean una dádiva. Somos amigos de toda la vida que nos estimaríamos mutuamente aunque ninguno de nosotros fuéramos ricos.

El conocer al amigo es la base sobre la cual anticipamos ayuda. Adicionalmente, contemplamos el contraste entre lo que nuestro amigo acaudalado tiene (toneladas de dinero), y lo que nosotros tenemos (poco dinero).
El estar consciente de esta enorme diferencia es lo que nos hace pensar en recibir ayuda de nuestro amigo; no pasamos mucho tiempo pensando en la ayuda potencial de amigos que son tan pobres como nosotros.

Piensa en lo rico que es Dios. Él es el dueño de todo. Jesús tiene toda la autoridad en los cielos y en la tierra, y nada es imposible para Él. Cuando Él toma una decisión, nadie puede cuestionarlo.

Entre más entiendas lo estrecho de la relación entre Dios y tú, lo que siente Él por ti, y no sólo en el sentido inverso; y entre más captes lo acaudalado y potentado que es el Señor, más creerás que Él puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos .

Por eso hoy oraré con mucha confianza y seguridad.

Señor, Gracias por la seguridad que me das de acércame a ti con seguridad de que no seré avergonzado sino que manifestarás tu gloria en mi. Amén.

Dr. Daniel A Brown.
Disfrute Tu Diario Vivir.