Cosas que ojo no vio, ni oído oyó ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.  1 Corintios 2:9

La fe se especializa en lo invisible y se sostiene de las promesas que Dios habla, aun cuando el cumplimiento de esas palabras no se vea por ningún lado.  La fe ve lo que tus ojos naturales no pueden ver. Es como un par de lentes infrarrojos que te permiten “ver en la oscuridad” lo que las personas no pueden ver sin los lentes.

La fe es saber, incluso a la 1:30 de la tarde, que las estrellas todavía están en el espacio. El hecho de no verlas no anula su existencia.

A lo largo de tu vida encontrarás una diferencia entre lo que el Señor te dice, y lo que las circunstancias dicen. La fe es una decisión de a quién creerle, no solamente qué creer.  Oramos con fe, tomando la simple pero profunda decisión de creer que Dios está ahí, que Él nos recibe y que nos escucha. Cuando le contamos sobre el dinero que necesitamos para los frenos para los dientes de los niños, sobre el trabajo que perdimos o sobre la amistad rota que queremos que sea restaurada, Él no nos respondería diciéndonos que esas situaciones no son reales. Son reales y sabía de ellas incluso antes de que se las dijéramos.

La fe no se trata de un par de lentes rosas; no es un juego de fantasía, o un término religioso para la ingenuidad. Jesús prometió que “no nos dejará” con nuestros propios recursos o estrategias .

La oración es una de las formas en las que Él nos asegura que no nos deja solos para lidiar con las verdaderas, y algunas veces angustiosas realidades de un mundo quebrantado. Él dice: “Tened fe en Dios” (Marcos 11:22). No dice: “Confía en Mí; esos problemas no existen”. Más bien, Él dice: “Confía en Mí; Yo puedo encargarme de ellos en formas que tú no te puedes imaginar”.

Al tener fe en Dios y en Sus promesas maravillosas de hacerse cargo de nuestra vida y de usarnos en un ministerio, se nos puede asegurar, anticipadamente, que Él es fiel a Su palabra. Lo que promete es tan bueno como lo que ya fue entregado.

Es como si tu jefe te lleva a cenar a un restaurante exclusivo, sólo para miembros, y te dice que pidas lo que quieras del menú. Pide lo que quieras, y te será hecho (Juan 15:7). Tu fe no es lo que tú dices que quieres: como si pudieras entrar al restaurante, sin ser invitado por tu jefe, y materializaras una lujosa cena en la mesa frente a ti sólo porque repites: “Brocheta de res, brocheta de res, brocheta de res,” varias veces cada hora. No, el jefe te lleva, y él es el único que puede hacer los arreglos necesarios para que la brocheta de res aparezca frente a ti.

Hoy… veré lo que mis ojos naturales no pueden ver.

Señor, Gracias por abrir mis ojos para contemplar lo que naturalmente no puedo ver. Hoy se que me sorprenderás una vez más. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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