La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pasos no resbalarán. Salmos 37:31.

Poned la ley en el corazón del hombre, y éste siempre caminará bien. Ahí es donde debe estar escrita, porque entonces será como las tablas de piedra del arca, ocupando el lugar que se la ha señalado. En la cabeza, confunde; sobre las espaldas abruman, y en el corazón sostiene. ¡Qué expresión tan atinada es ésta: «la ley de su Dios»!

Cuando al Señor conocemos como Dios nuestro, su ley significa libertad para nosotros. Él hará lo que es recto y por tanto, obrará con prudencia. Las buenas acciones son siempre las más prudentes, aunque por el momento no lo parezca. Vamos caminando por el sendero de la providencia y gracia de Dios cuando perseveramos en la guarda de sus mandamientos.

La Palabra de Dios a nadie ha engañado todavía. Su dirección es clara: nos enseña a caminar con humildad, justicia, amor y temor de Dios. No sólo son consejos llenos de sabiduría para que nuestro camino prospere, sino también reglas de santidad para que nuestros vestidos no se contaminen. Anda seguramente quien anda rectamente.

Hoy Me aseguraré que la ley de Dios esté enraizada en mi corazón.

Señor, abro mi corazón con todo amor para que tu palabra que es Ley permanente me gobierne totalmente. Amén.

Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Banco De La Fe.