Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura. — 1 Timoteo 4:8

 

Cuando le “damos” nuestra palabra a alguien, estamos comprometiéndonos a hacer lo que hemos dicho. “Te doy mi palabra” significa “Te lo prometo; esto es cierto.”

La Biblia contiene todas las promesas que Dios te ha hecho. Está llena de declaraciones de cómo va a proveer para tus necesidades, cómo va a contender con tus adversarios espirituales, cómo va a brindarte apoyo, a responderte, cambiarte y amarte a lo largo de tu vida.

La mayoría de las personas no saben casi nada respecto a lo que Dios quiere hacer por ellos. Esto no hace que Dios se enoje; lo entristece que las personas a quienes ama tengan tan poca idea de lo que Él tiene en mente para ellos por ser Sus hijos.

Quiere que sepas de Sus promesas por varias razones.  Primero, nacen de Su corazón lleno de amor por ti. El amor promete un futuro; al amor le encanta enumerar lo que va a hacer para el beneficio de otro.
Los padres que esperan el nacimiento de un bebé entienden esto. También las novias y los novios que pronto van a casarse, los niños con su primer cachorro, y los amigos cercanos que se van a otra ciudad. El verdadero amor hace que las promesas surjan desde los lugares más profundos de nuestro corazón: ofrecimientos, compromisos y votos de lo que (siempre) haremos y sentiremos por quien amamos.

¿Sobre qué aprendemos  cuando experimentamos en nuestra propia vida una de las palabras de Dios?
¿Qué sabemos de las promesas del Señor?

Aunque las promesas humanas se hagan con sinceridad y sean bien intencionadas, en nada se aproximan al poder de las promesas de Dios. Las personas frecuentemente rompen sus promesas, o se derrumban bajo el peso de las circunstancias incontrolables. Las promesas humanas ofrecen poco para cambiar el resultado final de nuestras vidas.

Dios siempre cumple Su Palabra y Él tiene el control de todas las circunstancias de la vida. Sus promesas se cumplen en esta vida y continúan hasta la eternidad .

Hoy viviré en sus promesas que son gracia para mi.

Señor, hoy te agradezco por darme promesas tan concretas que me hacen amarte más y más. Viviré en esas promesas. Amén.

Daniel A. Brown.
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