“Escudríñame, Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”. Salmo 26:2
Comparte tus más íntimos pensamientos y sentimientos con Dios. Dile a Dios cualquier cosa que esté en tu mente y descarga en Él lo que sea que haya estado molestándote. Dios quiere acompañarte en el transcurso de tu vida. Pídele a Dios una confirmación de que Él está ahí. Pídele que use cada situación de tu vida para revelarte más de Él mismo.

Pídele a Dios que tome tu mano cuando necesites valor, y pídele que te asegure que tienes fuerzas todavía por descubrir y usar.
Agradécele a Dios por lo que ya hizo en tu vida y por lo que ya te reveló de Sí mismo. Quizá te gustaría incluir la siguiente oración en tu conversación con Dios.
Dios Padre, es difícil para mí decir esto, pero te doy gracias por hacerme como soy. Me veo a mí mismo y podría señalar varias áreas donde estoy tentado a creer que cometiste un error. Pero en lugar de eso estoy optando por creer que Tú me formaste desde el principio con un propósito y con placer, y que aún hasta las cosas que no me gustan de mí mismo están organizadas por Ti para mi bien, incluso hasta para bendecir a otras personas.
Muéstrame cómo puede ser esto una realidad para mí en forma personal.
Quiero acercarme a Ti, Señor. Ábreme los ojos para ver Tu corazón  dirigido hacia mí. Ahí donde he sido herido o traicionado en el pasado… donde he hecho guardia en mi corazón contra Ti… Señor, sáname. Ayúdame a conocerte por quien eres Tú: mi Papi Dios. En el
nombre de Jesús, Amén.
Nos encanta ser amados, no sólo por lo que hacen por nosotros aquéllos que nos aman sino por la sensación especial que sentimos simplemente al saber que somos amados. Aunque los humanos sean capaces de lograr pasar por la vida sin ser amados personalmente por otros y sin sentir que otros se deleitan en uno, todos queremos ser amados. Esto no es ninguna casualidad, ni ninguna clase de evolución de nuestras emociones.
Fuimos hechos de esa manera por un Dios cuyo único propósito para crearnos  fue el de tener con nosotros una relación duradera de amor y afecto de una forma recíproca. El más grande sello del toque de Dios desde el preciso comienzo del universo y a través de la eternidad, es el amor.

Esto es porque Dios es más que un mero sentimiento o una fuerza o una atmósfera de amor. Él es el amor personificado… el amor encarnado (1 Juan 4:8,16).  Él es un Ser real cuyos atributos y personalidad sobrenaturales están casi más allá de la comprensión humana, pero es distinto y sin embargo confiable.
Dios no sólo es amor, pero de todos los elementos tangibles o intangibles de la experiencia humana, lo que es cierto del amor viene siendo lo más cercano a describir lo que es cierto de Dios. El amor ejemplifica las características esenciales de Dios. El amor define Su naturaleza, Sus motivos y Sus relaciones a través de todo el tiempo.
Por eso, Hoy quiero compartir mis más íntimos pensamientos con Mi Padre Celestial.
Señor, Gracias por amarme de tal manera que me inspiras la confianza para poder compartirte en oración mis íntimos pensamientos. En el Nombre de Jesús. Amén.
Dr. Daniel A. Brown.
Disfrute tu diario vivir con Dios.