Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron:
—¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios! Mateo 27.54

Estas personas torturaron y se burlaron de Él, no escucharon ni una palabra que Jesús dijo, simplemente ellos estaban tan llenos de si mismos, y tan enfocados en su “ley”, que no le dieron una oportunidad, no les importó hacer un alto en la vida, escuchar y reflexionar sobre la vida y libertad que El ofreció. Sus corazones estaban tan duros ante la posibilidad de algo bueno y positivo.

No fue sino hasta que El murió, hasta que la tierra se estremeció, se partió y se oscureció, que ellos finalmente admitieron lo obvio.

Qué tremendo, qué duro, qué devastador debió haber sido para estas personas, el darse cuenta de la verdad que estuvo frente a ellos, que se les ofreció, esa verdad de la cual se burlaron y torturaron. Para luego terminar ellos torturados con una conciencia pesada, con arrepentimiento, con culpa y con el recordatorio constante de como pudieron haber sido sus vidas, de haberles dado tan solo una oportunidad.

Tantos hoy en día, son como el centurión y los guardas, muy ocupados con si mismos, enfocados en su diario vivir lleno de drama y dolor, con sus corazones tan duros que no ceden siquiera a darle una oportunidad a la Verdad. Lo que El ofrece solo puede ser experimentado a nivel personal, es una experiencia sobrenatural de paz, gozo, libertad y esperanza. No puedo decirte como se siente o como sucede, tampoco puedo, ni voy, a señalarte el dedo, si decides no darle una oportunidad de mostrarte lo real que es Él.

Sin embargo, si te animo a que le des una oportunidad, ríndete por completo ante Él, y te puedo garantizar que tu vida nunca más será igual. Solo dale un chance. Pruébalo. No ignores lo que se dice de El, evita ese dolor que el centurión y los guardas sufrieron. Hazlo. Dale in chance. Date un chance. Él es real!
Robert Vander Meer.
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