En los últimos veinte años, he deseado tener un perro. Un perro grande. Pero siempre ha habido problemas. El apartamento era demasiado chico. El presupuesto era demasiado apretado. Las niñas eran demasiado pequeñas. Pero por sobre todo, a Denalyn no le gustaba la idea. ¿Su lógica? Ella se había casado con una bestia babosa que pelea, ¿por qué cargar con otra? Pero llegamos a un acuerdo y nos conseguimos un perro pequeño.

Me gusta Salty, pero un perro pequeño no es realmente un perro. No ladran; chillan. No comen; roen. No te lamen; olfatean. Pero yo quería un perro de verdad. Un tipo de perro como el mejor amigo del hombre. Una pata ancha, comilón, un tipo de perro al que usted podría ensillar, luchar con él o ambas cosas.

Yo estuve solo en mi pasión hasta que Sara nació. A ella le encantan los perros. Y los dos pudimos cambiar el voto de la casa. Denalyn cedió, y Sara y yo comenzamos la búsqueda. Descubrimos una mujer en Carolina del Sur que criaba perdigueros en un ambiente cristiano. Desde su nacimiento los perros se ven rodeados de música inspirada y oraciones. (No, no sé si dan el diezmo de las galletas para perros.) Cuando la adiestradora me dijo que había leído mis libros, me embarqué. Una mujer con tan buen gusto es casi siempre una buena instructora, ¿verdad?

Así que pedimos un cachorro. Enviamos el cheque por correo, elegimos el nombre Molly, y preparamos un rincón para su cojín de perro. La perra aún no había nacido, y ya tenía nombre, y un lugar en la casa.

¿No se podría decir lo mismo de usted? Mucho antes de su primer sollozo, su Señor lo pidió, lo llamó y colgó una señal de reservado en su pieza. Usted y Molly tienen más en común que el olor y los hábitos alimentarios. (Perdone la broma.)

A ambos los han preparado para un viaje. Preferimos los términos maduración y santificación a destete y adiestramiento, pero es lo mismo. A usted lo preparan para la casa de su Señor. No sabe la fecha de partida ni el número de vuelo, pero puede apostar su comida de perro a que usted verá a su dueño algún día. ¿No es esta la promesa final de David? Lo han esperado de antemano. Viva de tal manera que se sienta amado.

Lucado, M. (2001). Aligere su equipaje: Caribe-Betania Editores.

En la casa de Jehová moraré por largos días» (Salmo 23.6).

Nuestra ciudadanía está en los cielos» (Filipenses 3.20).