Hemos estado hablando sobre cuatro enemigos que asedian a los hijos de Dios, y que de igual manera, estos enemigos de nuestra alma, hoy siguen llevando a la Iglesia de Cristo a perderse de tantas bendiciones, y no solo eso, sino que a causa de esas áreas en sus vidas, viven en derrota. Hoy hablaremos de la Justificación.

La Justificación

Hebreo, 6663, termino legal que significa absolver, declarar justo, demostrar ser justo o recto.

Conocemos por justificación ese acto glorioso en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, a través del cual obtuvimos perdón de pecados, justificándonos así delante de nuestro Padre Celestial.

Pero qué tal si estamos utilizando esa palabra, justificación, para defendernos a nosotros mismos, es decir, justificándonos por nuestros propios medios, ante cualquier situación difícil que se nos está presentando. Pregunto: ¿estás defendiéndote ante alguna acusación injusta que te hayan hecho o que te estén haciendo…?

Job 9.20, dice, si yo me justificare, me condenaría mi boca; Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.

A mí personalmente me ha sido difícil entender esto departe de Dios, ya que cuando alguien ha venido para acusarme o señalarme algún defecto o área en mi vida, he estado lista para presentar defensa. Perdiéndome así la oportunidad de ser corregida o enseñada de parte de Dios.

Aunque no todas las personas que vienen a nuestra vida, para hacernos alguna corrección, tienen una buena intención, pero ese no es nuestro problema. Porque debemos de saber que todo, absolutamente todo, es permitido por nuestro Padre Celestial.

Por ejemplo, mi esposo, mis padres, y hermanas, por los cuales le doy tantas gracias a Dios, han sido instrumentos de parte del cielo, instrumentos que han venido muchas veces a declararme la verdad. Esa verdad que nosotros mismos no podemos ver; pues Jesús nos enseño que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en nuestro propio ojo; pero yo alabo y bendigo a mi Rey por esas confrontaciones, aunque al principio de mi caminar en Cristo, me era muy, pero muy doloroso, se que ahora ha producido fruto.

Se necesita tener valentía para escuchar, sugerencias, observaciones o aun acusaciones. Es de valientes poder callar y aprender, pero es de cobardes el cerrar los oídos a la verdad que otros nos declaran.

Proverbios 1:5 dice, oirá el sabio, y aumentara el saber, y el entendido adquirirá consejo.

No es posible, que cuando dos o tres o hasta cuatro miembros de la familia se quejan de ti, puedas seguir argumentando que los demás son el problema, un día el Señor me mostró que no era solo mi esposo el que se quejaba de mi actitud, sino, mis padres, y hermanos; ya confrontada por el Espíritu de Dios, pude tomar una decisión y empezar a clamar, no a orar, sino a clamarle a Jesucristo mi Señor y Salvador, confesándole mis temores e inseguridades, a confesarle todo aquello que me llevaba a levantar esos muros para defenderme y es así como día a día, a través de la presencia de Dios en mi vida, he ido comprendiendo que lo que hablo tiene que estar acorde con mi caminar como hija de Dios y lo más importante para mi vida hoy, es saber que este es el método que el Señor ha usado para conducirme en el camino de la sabiduría, ya que es de sabios y valientes callar y aprender.

Porque no se justificara delante de ti ningún ser humano. Salmo.143.2

Jesucristo… nuestro ejemplo perfecto, del cual 700 años antes de su venida a la tierra, el profeta Isaías había anunciado la actitud que él tendría ante sus acusadores.

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca. Isaías. 54.7

Amigo, Solo se, que si yo trato de defenderme por mis propios medios, sufriré mucho más de lo necesario, pero sobre todo, no aprenderé  a reconocer que necesito ser transformado, para así poder llevar fruto para la Gloria de Dios.

Todo hijo que decide estar a la defensiva, justificándose delante de las personas o delante de Dios, jamás avanzara, será como un hijo deforme, malcriado y maleducado. Imitemos a Jesús, el cordero de Dios que no abrió su boca para defenderse por el mismo, sino que fue llevado al matadero en un silencio total, esperando la defensa de aquel que lo había prometido.

Él callo, para que se cumplieran las promesa del Padre sobre su vida, el rey David dijo en el Salmo 3:3; Mas tu Señor, eres escudo alrededor de mi. Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

Te justificas tú, o dejas que tu señor te justifique. Tú decides…!

Elsa de Moran
Semillas de Vida
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