Les comenté la vez pasada que recuerdo que una mañana en cuanto abrí mis ojos, Dios me dijo, hay cuatro enemigos para todo nacido de nuevo; la queja, la murmuración, la justificación, y la conmiseración; advierte a mis hijos sobre el significado que esto tiene delante de mi presencia, yo misma fui tan edificada, ya que pude ver con toda claridad que este comportamiento fue parte de lo que llevo al pueblo de Israel, a vagar y morir en el desierto.

De igual manera hoy la Iglesia se ha perdido de tantas bendiciones, a raíz de estos cuatro enemigos de nuestra alma, y no solo eso, sino que a causa de esas áreas en sus vidas, viven en derrota. Hoy hablaremos sobre la Murmuración

La Murmuración.

Significa: Difamador, Difamar, Desacreditar a alguien propagando cosas sobre su buena fama. Poner una cosa en bajo concepto, es decir que cuando el pueblo murmuraba contra Dios o Moisés, estaban desacreditando su poder.

Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder, pero tú, ¿Quién eres para que juzgues a otro? Santiago 4:11-12

La epístola  me enseña que quien murmura de su hermano, de la ley murmura, preguntémonos, ¿quien hizo la ley? ¿Acaso no es nuestro Padre Celestial el que nos la ha dado? por lo tanto, a quien juzgamos es a nuestro Dios cuando murmuramos tomamos el papel de juez que solo le pertenece a Él.

Además cuando yo murmuro, soy un difamador, me convierto en una persona que denigra, es decir desacredita la reputación de otro, propagando cosas sobre su buena o mala fama, un ejemplo de murmuración que siempre me ha impactado, es oír a madres juzgando a los hijos de otras, como si se les olvidara que sus hijos también pueden llegar a desviarse en cualquier momento de sus vidas. He visto con mucho dolor, a una que esta “preocupada” por el comportamiento de un hijo ajeno, cuando lo que debería es preocuparse por los suyos, ya que muchas veces la ultima en enterarse de lo que hacen los niños o jóvenes en lo secreto es ella.

Pablo declara en Romanos 14:4, ¿tu quien eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

Si meditamos en estas citas bíblicas con nuestro corazón, nos será mucho más fácil entender, que estamos en pecado delante de nuestro Señor Jesucristo, cada vez que abrimos nuestra boca para murmurar de nuestros hermanos, es decir de sus siervos.

Pablo una vez más nos enseña en 1ª Corintios10:10-12 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines del siglo.

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga, recuerdas a Corè y sus seguidores, aquel que se había revelado contra Moisés y Aarón, murmurando en contra de ellos, instando al pueblo contra Moisés, haciéndoles creer que también ellos eran dignos de comunicarse con Dios directamente; esto subió a oídos del Dios de Moisés, y el señor les dijo que presentaran 12 varas, una de cada tribu, y las dejaran en el lugar santísimo, diciendo en Números 17:5 Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros. (Cesar: suspender o acabarse una cosa)

Números 16:32-35 dice, y la tierra abrió su boca y se los tragó, a ellos y a sus casas y a todos los hombres de Coré con todos sus bienes.
Ellos y todo lo que les pertenecía descendieron vivos al Seol; y la tierra los cubrió y perecieron de en medio de la asamblea.
Y todos los israelitas que estaban alrededor de ellos huyeron a sus gritos, pues decían: ¡No sea que la tierra nos trague!
Salió también fuego del SEÑOR y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.


Debemos de sincerarnos con nosotros mismos, y tener conciencia  que cuando murmuramos, es porque la envidia nos carcome, y nos lleva al siguiente paso que es denigrar la fama del otro.

Aquí leemos en Números 17.5, que Dios es el que hace florecer o secar nuestras varas, es de parte de El que viene el levantar o sentarnos, por mas que se llene de amargura mi corazón, no podré mover el brazo de Dios a mi favor; si logramos reconocer estas verdades, encontraremos la paz y gratitud en nuestro corazón.

Eso no significa que no tendremos tristeza porque quizás en algún momento de nuestra vida estemos atravesando situaciones difíciles, y vemos las bendiciones en otras personas más en que en nosotros, pero debemos de saber que ningún ser humano tiene la culpa de eso, el único con quien debemos de entendernos es con nuestro Señor y Salvador yo diría, mi asunto es con Jehová, y no con los hombres.

No debemos olvidar, que el Señor le ha dicho a su pueblo, que El condenará toda lengua que se levante en juicio contra sus hijos Isaías 54:17
cuidemos nuestras palabras. No solo nosotros somos hijos de Dios, también nuestros hermanos y el peleara por cada uno de los suyos.

Nuestro amado Maestro, el Señor Jesucristo dijo en Mateo 5.7, Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia.

Querido amigo, Cuidando tus labios de la murmuración, o sembrado misericordia para el día de la misericordia…! Tú decides!!!

Elsa de Moran
Semillas de Vida
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