Es muy peligroso cuando en un matrimonio hay un cónyuge controlador!

El control habla de una personalidad egoísta que quiere hacer las cosas a su manera. Una actitud controladora exige demasiado de su cónyuge y eso conduce inevitablemente a un conflicto que puede dañar seriamente la relación. Dependiendo del temperamento de los cónyuges, el afectado por la actitud controladora puede reaccionar quejándose constantemente o puede reaccionar quedándose callado(a) y aceptando la situación, pero se va alejando emocionalmente y muy probablemente un día va a reaccionar radicalmente ya cansado(a) de la situación.

Un cónyuge controlador siempre esta “supervisando” todo lo que hace su esposo(a) y constantemente le critica su forma de hacer las cosas. Una personalidad controladora siempre hace sentir culpable al cónyuge. No importa si la situación es ocasionada por un agente externo, siempre acusa y cuestiona al cónyuge haciéndole sentir culpable y responsable de las consecuencias.

La actitud controladora tiende a contender frecuentemente por cada cosa que no sale bien, haciéndole sentir a su cónyuge que no hace las cosas bien y culpándole por todo lo que salga mal. Hay casos de personas tan controladoras que prácticamente anulan a su cónyuge que se siente como un cero a la izquierda.

La persona controladora también es manipuladora y tergiversa las cosas para tener siempre la razón. Es como el que si no gana, empata, pero nunca pierde. Esta actitud lesiona seriamente las relaciones personales y más en el matrimonio, donde se supone que son una sola carne, un equipo para complementarse y apoyarse mutuamente. Un controlador(a), no se da la oportunidad de mejorar, porque cree que siempre tiene la razón.

Esta actitud de control es frecuentemente heredada de alguno de los padres y se arraiga como parte de la personalidad del individuo. No obstante con conocimiento y una guía espiritual apropiada se puede remover esta actitud de la mente de las personas.
Colosenses 3:12-14 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
Si has tenido una actitud controladora en tu relación matrimonial, tienes que reconocerla y disponerte a cambiar. Si no la reconoces, no podrás iniciar el proceso de cambio. Una vez que lo reconoces, necesitas hablar del tema con tu cónyuge, pedirle perdón y hablar de buscar la ayuda adecuada. Toma la decisión de “vestirte” de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia para poder vencer cualquier actitud controladora. Eventualmente debes hablar con tu Líder Espiritual y con algún profesional cristiano para que te guíen en el proceso.

Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!
Luis y Hannia Fernandez
www.libresparaamar.org
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