“Mi corazón vibra de alegría al leer el verso 8 del salmo 32.  El Señor me dice.  Mis ojos están puestos en ti.  Cuando he creído que nadie se interesa en mi, la Palabra de Dios dice lo contrario. Los ojos de Dios están puestos en mí.  Que mejor compañía que la de Dios. Que mejor interés que el interés de Dios”.

Serafín Contreras G.