“Cuando cierro mi corazón y no dejo que Él me toque….me encierro a mi mismo y excluyo a los demás.  Lo que a veces ignoro es que en realidad mi último escalón que acabo de pisar me llevó a la cárcel profunda del alma donde  estaré finalmente confinado quizás por el resto de mi vida”. Serafín Contreras G.

Y mientras mataban, yo me quedé solo, caí rostro en tierra y grité: «¡Ay, Señor y Dios! ¿Descargarás tu furor sobre Jerusalén y destruirás a todo el resto de Israel? Ezequiel 9:8