Hoy, viajando en un autobús, vi una hermosa muchacha con cabello de oro, y expresión de alegría; envidié su hermosura.

Al bajarse, la vi cojear…tenía solo una pierna, y se apoyaba en su muleta, pero sonreía.

¡PERDÓNAME SEÑOR, CUANDO ME QUEJO. TENGO DOS PIERNAS, Y EL MUNDO ES MIO!

Fui después a comprar unos dulces. Me atendió un muchacho encantador. Hablé con él; parecía tan contento, que aunque se me hubiera hecho tarde, no me hubiera importado, ya que al salir, oí que decía: Gracias por charlar conmigo…es usted tan amable, es un placer hablar con gente como usted…ya ve, soy ciego…

!PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO. YO PUEDO VER, Y, EL MUNDO ES MIO!

Más tarde, caminando por la calle, vi a un pequeño de ojos azules que miraba jugar a otros niños, sin saber que hacer. Me acerqué y le pregunté: ¿Por qué no juegas con ellos? Siguió mirando hacia adelante sin decir una palabra: entonces comprendí que no escuchaba.

¡PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO. YO PUEDO ESCUCHAR, Y, EL MUNDO ES MIO!

Tengo piernas para ir a donde quiero, ojos para ver los colores del atardecer…Oídos para escuchar las cosas que me dicen. ¡PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO. LO TENGO TODO, Y, EL MUNDO ES MIO!

Autor Desconocido.

A veces tenemos oídos y no oímos, ojos y no vemos. Necesitamos tener corazón activo para ser agradecidos.

Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno.” Dicho esto, exclamó: “El que tenga oídos para oír, que oiga.” Lucas 8:8.

“A ustedes se les ha concedido que conozcan los secretos del reino de Dios –les contestó–; pero a los demás se les habla por medio de parábolas para que “aunque miren, no vean; aunque oigan, no entiendan’. Lucas 8:10.

Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga. Lucas 14:35.