Para labios atractivos, hable con la voz de la calidez.

Para ojos adorables, mire lo bueno en la gente.

Para una figura delgada, comparta su alimento con el hambriento.

Para un cabello hermoso, deje que un niño o una niña deslicen sus deditos por al menos una vez al día.

Para una buena estampa, camine con el conocimiento que nunca camina solo.

La gente aún más que las cosas, necesitan ser restauradas, revividas, solicitadas y redimidas, nunca abandone a alguien.

Recuerde que si usted necesita una mano amiga, la encontrará al final de sus brazos. A medida que envejezca descubrirá que usted tiene dos manos; una para ayudarse a si misma y la otra para ayudar a los demás.

La belleza de una persona no radica en la ropa que usa, la figura que posee o la manera que peina su cabello. La belleza de una persona debe ser vista mirando a los ojos, porque ellos son la puerta a su corazón, a su alma, que es el lugar donde el amor reside.

La belleza de una persona no está en cara, porque la verdadera belleza se refleja en el alma. Es el cuidado que amorosamente brinda y la pasión que ella muestra.

La belleza de una persona crece con el paso de los años.

La belleza del alma la crea Jesús.

Genésis 12:11
Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto.

Salmo 45:2
Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.