He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, más el justo por su fe vivirá. (Habacuc 2:4)

Fe – Todos conocemos la segunda parte de éste versículo.  Pablo lo cita en el libro de Romanos como la pieza central de la teología de la gracia: “el justo por su fe vivirá.”  No nos ganamos nuestro camino a Dios.  Llegamos a El por fe.

Ah, pero ahora tenemos un problema.  ¿Qué es exactamente ésta fe? ¿Acaso el versículo dice, “el hombre justificado por fe vivirá” o “el hombre que ha sido justificado por su fe vivirá?” Tendrás que leer esto dos veces para encontrar la diferencia.  ¿Es la “fe” algo que debo obtener y acumular para poder vivir una vida que place a Dios?

Podrías decir que la primera versión es la correcta.  Somos justificados por fe (¿la de quién?) y vivimos por esa razón.  Pero escucha como se expresan los cristianos.  “Dios removerá los obstáculos de tu vida si tienes suficiente fe.”  “Ella tuvo gran fe, y Dios escuchó sus oraciones.”  “Necesitas más fe para ver como obra Dios el milagro.”

Toda ésta clase de expresión hace parecer que la “fe” es algún tipo de elixir en una botella.  Necesitamos recoger más para prepararnos en caso de crisis.  Si tan sólo pudiésemos comprar un poco de provisión extra (rezar “Ave Marías,” ofrendas adicionales, hacer unas cuantas buenas obras extras), entonces la tendremos a mano cuando la necesitemos.  Deseamos más “fe,” pero no estamos muy seguros de cómo obtenerla.  No la venden en Internet.

Parte del problema es que ni el griego ni el hebreo tienen señales de puntuación.  Por lo tanto, no sabemos donde están las comas (o si debiera haberlas).  Debemos tomar nuestras guías del resto de la Escritura.  Lo que descubrimos, claro, es que la “fe” no es como la medicina.  De hecho, no es ni siquiera una sustancia.

Es una palabra código para una relación, y como toda clase de relación, no la puedes embotellar o guardar o adquirirla excepto en intercambio interactivo.  La relación existe solo en el intercambio.  No se tiene una “relación” con quien nunca se habla.  La idea que la “fe” es algo que adquiero es tan errada como la idea que los hijos son algo que poseo.  De hecho, la palabra hebrea, “´emunah”, típicamente se refiere a carácter, la plena confiabilidad y fidelidad de alguien, particularmente Dios.

La fe es mi actitud activa de total confianza en la plena confiabilidad de Dios.  Eso significa que mi “fe” se demuestra en la acción de ponerme en Su cuidado, ¡independientemente de las circunstancias!  Hasta y a menos que actúe sobre Su confiabilidad, simplemente no tengo fe.  Puedo poseer una serie de creencias escritas que puedo recitar, pero no tendré una relación activa.

La fe solo se encuentra en la acción, no en la declaración.  Israel aseguró tener “fe” en Dios, pero sus acciones revelaban la negación de ésta declaración.  La verdad es que no tenían fe.

¿Cuánta fe se requiere para complacer a Dios? La pregunta misma va en la dirección errada.  Si la fe es la acción de confiar en El, entonces ó actúo o no actúo.  O confío en El, ó hago las cosas a mi manera.  No hay medias tintas en esto.  Así que, ¿cómo obtengo ésta fe?

Dios la concede, libremente, abundantemente, continuamente.  De la parte de la relación de Dios, nada impide tu confianza en El.  Lo único que tienes que hacer es manifestarla en acción.

Dr. Skip Moen.
www.SkipMoen.com