Bob se nos unió justo antes de la Navidad del 2010.  Era un gato callejero que vivía fuera de la oficina donde laboraba Ginny. Ella y sus compañeros le alimentaron a él y a los demás gatos callejeros.  El clima se tornó frío y Ginny perdió su empleo pero dijo: “¡No lo voy a abandonar!”

Bob vino a casa para Navidad.

Cuatro meses más tarde, Bob seguía con nosotros.  Le llevamos al veterinario y le pusieron sus vacunas.  Pronto será castrado.  Mientras tanto, debido a que Bob no se lleva con nuestro gato, vive en la cochera en la noche y en el jardín durante el día.

 Me rompe el corazón porque es un gato amoroso que necesita un hogar.

Esperamos hallarle uno, pero si no, no le abandonaremos.

 Pocas semanas después que nuestro hogar se convirtiese en el suyo, Bob desapareció.  Nuestro patio trasero, rodeado de una cerca de 2 metros de alto, estaba vacío.  Le buscamos y llamamos pero no le hallamos por ningún lado… Bob se había ido.

Nos preocupamos; no era nuestro gato pero éramos su familia adoptiva.  Hasta que le obtuviésemos un hogar, nos sentíamos responsables.  Me fui a la cama preocupada… ¿a dónde se habrá ido?  A la mañana siguiente, le hayamos durmiendo acurrucado en una silla del portal.  Me saludó con un “¡meow!” y corrió hacia la puerta de la cochera y su comida.

Ginny y yo revisamos la cerca.  No había agujeros lo suficientemente grandes por los cuales pudiese haberse escabullido.  ¿Dónde había ido? ¿cómo se había salido?

La respuesta nos vino dos noches después.  Una vez más el patio quedó vacío; Bob se había ido.  Le llamé, oí un arañazo y le observé trepar la cerca y saltar de vuelta al patio.  Estaba asombrado.

 Bob exploró nuestro patio y enfrentó una pared doce veces más alta que él.  ¿Lo detuvo eso?  ¡No!  Bob sabía que había más en la vida.

¿Permitió Bob que la cerca le restringiera?  ¡No!  ¿Observó Bob alrededor y al ver las paredes restrictivas, se sentó y lloró?  ¡No!

Bob miró la pared y pensó que debería haber más y mejor; tuvo fe y dio un salto al futuro.

 Perdí mi empleo y Ginny perdió el suyo.

Una cerca de desesperación nos rodea.  La observamos y queremos sentarnos y aceptar nuestro destino pero sabemos que eso no estaría bien.  Queremos seguir el ejemplo de Bob; necesitamos saltar la cerca.  Bob comprendió que había más oportunidades del otro lado.

Michael T. Smith

Fuente: www.AsAManThinketh.net
La historia de hoy nos permite examinar y aún seguir el ejemplo de un gato callejero que enseñó a sus amos temporales el impacto de una actitud positiva ante circunstancias adversas y aparentemente insuperables.  Claro está que mucho de la aplicación de la historia es netamente especulativa por parte del autor, pero no deja de tener un tono de verdad en el fondo.

Si los animales de la creación pueden enfrentar tales situaciones y buscar alternativas mejores, ¿por qué no habríamos nosotros de poder hacerlo también, siendo que somos “corona” de la creación divina?  Creo que es tiempo de mirar más arriba, hacia nuestro Salvador, y decidir creerle que Sus bendiciones y misericordias son nuevas cada mañana…lo que garantiza un futuro lleno de desafíos y nueva esperanza.  Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo.

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán.