No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Salmo 37:1.
Impaciente/ Envidioso: El papel se quema a los 232.77 grados Centígrados. ¿Cuá es tu temperatura de ignición? ¿Cuándo las circunstancias de la vida te hacen arder? Estas son las imágenes detrás de harah (agitarse – arder, encender, resplandecer) y la implicancia detrás qana’ (estar celoso, envidioso).
¿Notó que el salmista reconoce que el éxito del malo puede causar ira y envidia entre los justos? No debería haber razón para exhortar a los justos a no tener airarse o estar envidiosos a menos que estas reacciones fuera bastante típicas.
Toma solo un momento de reflexión ver cuán cierto es esto. Hay una tentación constante de airarse con aquellos “que se salen con la suya”. Hay una tentación constante de estar envidiosos de aquellos que tienen más de lo que nosotros tenemos. Necesitamos alejarnos de la llama y dar una mirada hacia la naturaleza del Dios que servimos.
Él es erech apayim: “lento para la ira”, literalmente “sin narices largas” (Números 14:18) Dios puede soportar la aparente prosperidad y éxito de los malos, ¿Por qué nos provoca tanta ira a nosotros? ¿No está acaso Él a cargo de la lluvia que cae sobre justos e injustos? ¿No es Él el Juez de toda la humanidad? ¿Por qué nos inquietamos e impacientamos sobre estas cosas? ¿Es porque no estamos contentos con la manera en que Dios gobierna el universo? ¿No es nuestra ira un reflejo de nuestra creencia en que si nosotros fuéramos Dios haríamos algo al respecto? Quizás estamos más cerca de la infidelidad espiritual en nuestra presunción que los malos en sus acciones. Después de todo, nosotros somos quienes hemos jurado lealtad a Su Torah. Los malvados pecan en su rebelión pero nosotros pecamos con nuestra ingratitud.  ¿Qué daña más la comunión con nuestro Padre?
La Biblia nos confronta como un martillo que despedaza hasta llegar a las emociones reales. Mostramos envidia e ira. ¿Qué nos dice esto acerca de nuestra confianza en los propósitos de nuestro Dios? ¿Confiamos en Él lo suficiente para aliviar nuestra angustia revelando Su carácter, o esperamos que haga Él haga lo que nosotros pensamos que es apropiado?  ¿Le adoramos por lo que Él hace para nosotros o por lo que Él es? El hombre o mujer que encuentra ira y envidia en su corazón está silenciosamente demandando que Dios satisfaga sus normas de justicia –de él o ella-. ¡Qué doloroso debe ser esto para un Dios quien ha dado la bienvenida a tal hombre o mujer a Su comunión!
Los Salmos nos ayudan a enfrentarnos con nosotros mismos. Los leemos no sólo como poemas del pasado sino como teología emocional. Los Salmos son espejos del carácter revelando el verdadero espíritu de todos aquellos a quienes interese mirar. Podemos esperar encontrar imágenes inesperadas, imágenes que nos dicen más acerca de nosotros mismos que acerca de nuestros oponentes o del Dios que decimos servir. Pero los espejos son una terapia abrasiva necesaria. Este espejo particular nos ayuda a evaluar las cuestiones tales como confianza, alegría, perdón, soberanía y compasión, ¿Verdad? Cuando usted miró, ¿Qué encontró? ¿Está todavía el Cirujano que  va hacer algún trabajo?.
Dr. Skip Moen.
www.skipmoen.com